viernes, 20 de noviembre de 2015

EN EL DÍA DE LA SOBERANÍA





EL COMBATE DE LA VUELTA DE OBLIGADO
           “(…) Vamos a asistir a uno de los más bellos, viriles y heroicos hechos de nuestra historia. La escuadra aliada va a subir por el Paraná. Rosas, que lo tiene previsto, ha venido preparándose para obstruirle el paso. Dirigirá la defensa el general Lucio Mansilla, a quien Rosas le viene dando instrucciones. En su carácter de comandante interino del Departamento del Norte, ha formado un pequeño ejército con gente de la comarca. Ha instalado baterías en las barrancas de Obligado. Algunas están a veinte metros de altura sobre el río. De orilla a orilla del Paraná, que allí tiene un ancho de ochocientos metros, ha anclado los cascos de veinticuatro pontones, y dos mil quinientos soldados en las barrancas. Ha construido parapetos de barro, anchos de más de dos metros, para defender a las treinta y cinco piezas de artillería y ocultarlas. Hay mucho patriotismo y pocas municiones.
                Es el 20 de noviembre. Los grandes barcos de “la misión de paz” se acercan. Las dos márgenes aparecen llenas de hombres vestidos de colorado. Son las nueve y media de la mañana. Himno Nacional. ¡Oíd mortales el grito sagrado! Un unánime y ardiente “¡Viva la Patria!” lo termina. Tambores argentinos resuenan en la mañana de oro. ¡Fuego contra los infames agresores! De la parte de los patriotas salen proyectiles macizos, balas de las metrallas, cohetes a la Congréve. Pero los enemigos tienen ochenta y ocho cañones, todos de gran calibre. Apena ver al San Martín prisionero, con bandera francesa. Y más apena el verlo perder su arboladura, destrozárseles las velas. Y pasa la mañana en medio de la lucha heróica. Mansilla la dirige. A las cinco de la tarde termina el combate. ¡El valor de los criollos ha sido inútil! Los buques extranjeros han logrado abrirse paso. Sus marineros y soldados desembarcan. Mansilla dirige personalmente una carga a la bayoneta para defender las baterías. ¡No hay nada que hacer! Hemos sido derrotados por Inglaterra  y Francia.

                Han muerto ciento cincuenta argentinos y han sido heridos noventa. Han caído también algunas mujeres que –incipiente cruz roja- atendían a los heridos. En Montevideo, Florencio Varela se alegra de la derrota de su patria, de la muerte de esos argentinos, y felicita cordialmente a los extranjeros que los mataron. ¡Ni siquiera les reconoce valor, el miserable! Un diario montevideano, sin embargo, declara que “nunca desde la paz napoleónica hallaron franceses e ingleses tan heroica resistencia”. Toda la América admira el coraje y el patriotismo de los hombres de Rosas. La figura americana del Restaurador se agiganta. ¿Ha sido suya la idea de ponerle cadenas al río? Así nos autoriza a creerlo la carta que el jefe del puerto de Buenos Aires le escribe a Oribe por orden de Rosas, en la que le anuncia el cierre del río. Pero entonces Rosas pensó en cerrarlo echando a pique algunos buques cargados con piedras. De cualquier modo, él no lo ha hecho por estar seguro del triunfo, sino como una afirmación simbólica del cierre de los ríos, como una afirmación de nuestro tenaz empeño de resistir hasta la muerte, de ser independientes y libres.
                A todo esto se preguntará: ¿y los Estados Unidos?, ¿y la doctrina de Monroe? Los Estados Unidos, por esos días, están ocupados en robarle a México el inmenso territorio de Texas… 


Manuel Gálvez, Vida de Juan Manuel de Rosas, Ed. Claridad, Buenos Aires, 1997, pp. 451-453.

viernes, 30 de octubre de 2015

LO ABSURDO DEL CULTO SATÁNICO - por MONS. CORRADO BALDUCCI


Le gusta muchísimo al Demonio ser considerado un dios; siempre desea un culto divino y así también todas esas afirmaciones y actitudes humanas que puedan presentarlo e indicarlo como una divinidad. Se remonta a Tertuliano el apelativo “mono de Dios” dado a Satanás.
Dicho deseo está incluido en esa intuición de autosuficiencia, autoidolatría, que le hizo pensar que era superflua una dependencia de Dios; se trató, en otras palabras, de una actitud de soberbia, que lo indujo a considerarse similar a Dios: un desordenado deseo, no por cierto de igualdad, como es obvio, sino de semejanza (cf. Sto. Tomás, S. Th. I, 63, 3).
El Diablo no escondió tal anhelo ni siquiera a Jesús cuando, después de haberle mostrado los reinos del mundo y su esplendor, le propone: “Todo esto te daré si postrándote me adoras.” Dícele entonces Jesús: “Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto” (Mt 4, 9-10).
Pensar en el Demonio como en otro dios es un absurdo no sólo teológico sino también filosófico: ¡no puede existir más que un ser supremo, infinito! Una multiplicidad, en efecto, incluye siempre una limitación: aunque no fuesen más que dos, uno tendría algo que lo distingue del otro, el cual, por lo tanto, ya no sería el ser supremo.
Y sin embargo, ya desde la Antigüedad, corrientes teológicas y culturales han considerado a Satanás como un dios, y en particular el dios del mal, en oposición al dios del bien.
Ya en el siglo III existía la tesis maniquea (de Mani, su fundador), que profesaba la existencia de dos principios coeternos y opuestos, y esto contra el Concilio de Nicea, del 325 (cf. DS 125; es el primer concilio ecuménico), y el Concilio de Constantinopla I, del 381 (cr. DS 150; es el segundo concilio ecuménico), los cuales, en sus respectivas profesiones de fe, afirmaban la creación divina de todos los seres visibles e invisibles.
La teoría maniquea provocó enseguida la reacción de los Padres de la Iglesia, algunosd e los cuales, como san Antonio, san Basilio, Dídimo de Alejandría y Epifanio, escribieron contra ella pequeños tratados (el lector interesado puede encontrarlos en la Patrología griega, de Migne, respectivamente en los vols. 25, 6c; 31, 330-354; 39, 1085-1110; 42, 29-172). San Agustín, maniqueo en su juventud, una vez convertido, lo combatió vivamente (cf. PL 42, 129-602; existen seis libros distintos sobre este argumento, sin hablar de las umerosas menciones hechas por él en otras obras).
Una posición semejante es abiertamente contraria a la Sagrada Escritura; por ejemplo, leemos de San Pablo en la Epístola a los colosenses;: “En él [se habla de Dios] fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y  las invisibles” (1, 16).
La tesis maniquea fue expresamente condenada en el I Concilio de Braga (Portugal), del 551-561, en el que, entre otras cosas, se afirma: “Si alguien pretende que el Diablo no ha sido antes un ángel hecho por Dios… sino que es él mismo principio y sustancia del mal, como dicen Manes y Prisciliano, sea anatema” (DS 457).
El error de la divinidad del Demonio, retomado en el siglo XII por los cátaros en Occidente y los bogomiles en Europa oriental, fue condenado por el Concilio Lateranense IV, de 1215 (es el duodécimo concilio ecuménico), en cuyo decreto Firmiter, del 11 de noviembre, se lee: “Creemos firmemente y declaramos con corazón sincero… que Dios es el único origen de todas las cosas, el creador de las realidades visibles e invisibles, espirituales y corpóreas… Pero el Demonio y los otros espíritus malvados han sido creados buenos por su naturaleza, pero ellos se volvieron malos por obra de sí mismos” (DS 800).
Lo absurdo del dualismo maniqueo se hace más evidente si se considera que en el concepto de Dios está la plenitud de toda perfección, es decir, la presencia de todas las dotes, los poderes, las posibilidades… elevados al grado máximo, al valor de lo  infinito, sin la mínima sombra de, ni siquiera, el mínimo mal. Pensar, por lo tanto, en un dios del mal es un absurdo que tiene algo de inimaginable; es –como suele decirse- una verdadera contradicción en los términos.
La contradicción se agrava hasta complicarse en otras absurdas y fantasiosas imaginaciones, por las que estamos por debajo de la más incentivada gratuidad e irracionalidad. Los demonios, en efecto, son muchísimos y no pueden ser creídos todos dioses; si acaso quisiésemos coronar con la divinidad a alguno de ellos, éste debería tener una naturaleza distinta de sus semejantes. Y en este tono se podría seguir…
A pesar de esto, semejante concepción no sólo ha quedado como algo teórico, abstracto, sino que se ha concretado en grupos o también sólo en individuos (“sectas satánicas” y “adoradores del Diablo”), que desde siempre, más o menos numerosos, han considerado a Satanás como su dios y prestado solamente a él ese culto, llamado latría, que las religiones monoteístas reservan al único Dios; posición extremadamente pecaminosa, por ser sumamente ofensiva de la Fivinidad, y que puede terminar también siendo peligrosa y dañina para la misma convivencia social.
Cuando digo “adoradores del Diablo”, hablo en un sentido muy amplio y genérico, aunque algunos argumentos de este título comprenden, como se hará obvio, a todos los que están incluidos en un significado más específico.
En particular, me refiero no solamente a los que practican por Satanás un culto de latría, llevado a la exclusión de todo interés personal para manifestar así un verdadero odio contra Dios, sino a todos los que recurren al Diablo invocándolo, para hacerlo propicio, pedirle favores, obtener su ayuda para actuar en propósitos de odio y de venganza, y esto ya sea de modo explícito y claro, o bien implícito en ciertas modalidades de comportamiento, tanto si se obra directamente como a través de otros.

Prescindo también de la pertenencia o no de una persona a sectas oficiales o a grupos privados, de la práctica o no de ritos particulares, de las intenciones y objetivos que motivan sus gestos o su actitud (podría también tratarse de pura curiosidad, pasatiempo, juego).
Todo esto, entendido no como en el concepto cristiano de Diablo (en este caso, lo absurdo que decíamos adquiriría todavía más ciega irracionalidad), sino extendido a cualquier concepto de Satanás, a un diablo cualquiera creado por nosotros o directamente presentado como divinidad por alguna religión, siempre que sea entendido como autor de rebelión, odio, maldad.
De todo esto excluyo dos categorías de personas: las que están al servicio del orden público, que por funciones inherentes a su oficio tuviesen que participar y asociarse a grupos particulares y rituales; y las que lo hiciesen por motivos de estudio, con un objetivo científico.


Mons. Corrado Balducci, “Adoradores del Diablo y Rock Satánico”, Lumen, Buenos Aires, 2002, pp. 25-29.

domingo, 25 de octubre de 2015

CRISTO REY



Pío XI instituyó la festividad de Cristo Rey pensando en el bien que traería al mundo entero, esperaba “su renovación”. Tenía una triste experiencia. La Primera Guerra Mundial terminó con un tratado de paz, para el cual no se pidió la colaboración del Papa. Funestos “pactos de paz” en que ni siquiera se menciona el nombre de Dios. Y continúan las asambleas por la paz, pero nadie pronuncia el nombre de Dios.
 
De ahí los resultados que vemos. No vivimos en paz y no estamos tranquilos. Nuestro mal está en que no somos lo bastante cristianos. Al Papa le incumbe mostrar el camino. Es el que mejor conoce cómo está la salud espiritual del mundo. ¿Qué es lo que nos está diciendo el Papa al publicar la festividad de Cristo Rey? No tenéis paz, porque la buscáis por caminos errados. Prescindís de Cristo, cuando Él es el punto céntrico de toda la Historia. Se ha desencadenado la peste en el mundo, la peste que destruye las conciencias y la vida moral. Os contagiáis cuando desterráis de vuestra vida a Cristo. De seguir así, pereceréis. Y nosotros ni siquiera nos asustamos al oír su grito de alarma.
 
La enfermedad de la sociedad no puede ocultarse por más tiempo; aparecen ya las pústulas; pero nadie se asusta. ¿Dónde está el mal? ¿Es que acaso se persigue a la Iglesia? ¿Es que le espera al creyente el cadalso? No, ya no existen tales persecuciones, como la de los Nerones. La peste actual obra de distinta manera. Sus bacilos enrarecen el aire en torno de Cristo y no permiten que en la vida pública seamos católicos.
 
El mundo es un libro inmenso. Todo libro gira en torno de un tema fundamental; si quisiéramos resumir en una palabra el pensamiento fundamental del mundo, habríamos de escribir este nombre: ¡Cristo! Ahora no lo vemos aún con toda claridad; tan sólo lo comprenderemos cuando aparezca en el cielo la señal del Hijo del Hombre. Entonces veremos sin nubes que Él fue el principio y el fin. Aunque ahora no lo veamos con claridad, creemos; creemos que donde falta la señal del Hijo del Hombre, allí reina la oscuridad, allí se eclipsa el mundo espiritual. Pero confesamos a Cristo. Nos consideramos católicos. Sí: quién más, quién menos. Pero ¡son tan pocos los que viven a Cristo! Cristo es Rey en mi corazón, es verdad; Cristo es el Rey en mi hogar, es cierto, ¡pero no basta! Cristo es Rey también en la escuela, en la prensa, en la fábrica, en el Congreso.
 
Pasemos nuestra mirada por el mundo: ¿Dónde impera la Santa Cruz de Jesucristo? La vemos en las iglesias, sobre la cama de algunos católicos. Pero en la vida pública, ¿dónde impera la Cruz de Cristo? No la vemos.
 
¿Comprendes, pues, cuál es el objetivo de la fiesta de Cristo Rey? Hacer patente esta terrible verdad: que Jesucristo, el Sol del mundo, no brilla en este el mundo.
 
Nadie persigue la religión de Cristo. Hoy no se persigue, acaso, a Cristo, pero, no hay lugar para El. ¿En dónde se puede hallar hoy a Cristo? Tan sólo en la iglesia. Pero esto no basta. Él nos lo pide todo, porque le pertenece. En el momento de salir de la iglesia ya no tenemos la impresión de vivir entre cristianos. Cristo es Rey, pero le hemos despojado de su corona, y así no puede reinar.
 
¿Cómo hemos llegado a tal extremo? Sufrimos una enfermedad radical; la sociedad moderna sufre una aguda crisis. No se respeta la autoridad, se falta el respeto a la ley. No se respeta el saber, la virtud, la experiencia. Se da una increíble contradicción: a la vez que hay un enorme progreso técnico, el hombre es cada vez más desdichado. Se ha desarrollado la ciencia, la técnica, pero no se ha progresado en integridad moral.
 
¿Qué es la historia del último siglo sino una triste apostasía, cada vez más notoria?
 
En la Edad Media, todas las manifestaciones de la vida estaban enseñoreadas por Cristo. Hoy no ocurre lo mismo, desde que el desarrollo de la ciencia y de la técnica nos ensoberbeció; desde entonces nuestra mirada se clavó exclusivamente en la tierra. En aquel tiempo, los hombres creían que la Tierra era el centro del universo, y, no obstante, sabían mirar al cielo. Hoy sabemos que la Tierra no es más que un punto en el universo, y, sin embargo, a ella se limitan todos nuestros deseos y nos olvidamos del cielo.
 
De repente una catástrofe mata a centenares de hombres. Entonces se agita por un momento el hombre en su pequeñez al ver la mano poderosa de Dios; pero no es más que un momento, porque en medio del estertor de los moribundos, el hombre sin Dios sigue jactándose de sus proezas.
 
Si Cristo bajara de nuevo a la tierra volvería a ser rechazado. Toca en los estudios de los artistas. “El arte no tiene por qué verse influido por la moral”. Toca en las redacciones de los diarios; en los cines y teatros. No le dejan entrar. No hay lugar para Él. Toca a las puertas de las fábricas. ¿Estás inscrito en el sindicato? ¿No? Entonces, ¿a qué vienes?
 
Hace siglos que los bacilos de la peste de la inmoralidad se han infiltrado solapadamente en la sangre de la humanidad; iba diluyendo cada vez más la doctrina de Cristo, ahora nos encontramos que está todo corrompido.
 
El destierro de Cristo empezó en el mundo de las ideas. Día tras día pensábamos en todo menos en Dios. Nuestra fe se debilitaba cada vez más. ¿No lo crees? ¿En qué piensan los hombres? Los pensamientos de muchos cristianos durante el día; ¿son diferentes de los que pudieron tener los paganos honrados antes de la venida de Cristo? Un poco de bondad natural, una honradez exterior; pero, en el fondo del alma un mundo sin Cristo.
 
Y la gran apostasía se continuó en el hablar. Hablamos de las cosas en que pensamos, de las cosas que llenan nuestro corazón. No pensamos en Cristo, en sus leyes, en su Iglesia; por este motivo, tampoco entran en nuestros temas de conversación. ¡De cuántas cosas se habla hasta entre los católicos! Deporte, veraneo, diversiones, modas, política, viticultura, del dólar, del cine, de la salud, dietas, estudios; pero ¿y de Cristo? No hablamos de Él, porque no pensamos en Él. Estamos dispuestos a charlar de cualquier tontería; pero nos sonrojamos de hablar de Dios. Hacemos una lista de los propios méritos y, cuando llega el momento de hablar de Nuestro Señor nos sentimos encogidos. ¡Oh pobre Rey desterrado!

Esta es la triste situación de la sociedad moderna. No queremos que éste reine sobre nosotros. La política dijo: ¿A qué viene aquí Cristo? La vida económica: El negocio no tiene nada que ver con la moral. En las ventanillas de los Bancos: Vete, nada tienes que buscar entre nosotros. En las universidades: La fe y la ciencia se excluyen. Y, finalmente, hemos desembocado en la situación actual, que parece escribir: ¡Cristo no existe! ¡El Rey ha muerto!
 
Pero Jesucristo no ha muerto. ¡Aquí está el Rey! ¡Cristo vive y reina por los siglos de los siglos! ¡Lejos de nosotros un cristianismo diluido! Nosotros pregonamos que Cristo tiene derecho absoluto sobre todas las cosas: derecho sobre el individuo, sobre la sociedad. Todo está sujeto a Cristo.
 
Sí, Cristo es Rey de todos los hombres. ¡Es el Rey de los reyes! ¡El presidente de los presidentes! ¡El Juez de los jueces! El estandarte de Cristo ha de ondear por doquier: en la escuela, en el taller, en la redacción, en el Congreso. ¡Viva Cristo Rey!
 
Ha de repetirse el milagro de Caná: Señor, no tenemos vino, estamos bebiendo aguas pútridas por tanto materialismo. Haz que tengamos otros ojos, otro corazón y otros deseos; que vivamos un cristianismo auténtico.
 
¡Señor, acompáñanos al orar, para que sepamos orar como Tú rezaste!
 
¡Señor, quédate con nosotros cuando trabajamos, para que sepamos trabajar como Tú trabajaste!
 
¡Señor, te queremos presente cuando comemos y nos regocijamos, cómo Tú te regocijaste con los hombres en las bodas de Caná!
 
¡Señor, acompáñanos cuando vamos por la calle, como Tú ibas con tus discípulos por los caminos de Galilea!
 
¡Señor, te queremos presente cuando estamos cansados y sufrimos, para que Tú nos consueles y alivies como lo hacías con los enfermos!
 
¡Señor, vuelve a ser nuestro Rey!

Mons. Tihamer Toth.

viernes, 23 de octubre de 2015

LA "BELLEZA" QUE NO ES...


(Por Rodolfo Papa)[1]

¿Qué es la belleza?
 Una larga tradición filosófica ha reflexionado sobre la belleza, buscando la explicación sobre que es, como la conocen los hombres, como la disfrutan, profundizando en la experiencia común, que es el punto de partida de toda buena explicación.
 De esta reflexión surge que el disfrute de la belleza, natural o artística, se caracteriza por un "placer" que reúne no sólo los sentidos, sino a toda la persona: emociones y pasiones; razón e intelecto; se trata de un placer no destinado a lo útil, por tanto, un placer desinteresado, un placer por placer: esto es un probar placer frente a cualquier cosa que se conoce, sin quererla comprar, poseer, modificar, firmar.

La belleza tiene un vínculo particular con la vista. Santo Tomás de Aquino con su célebre afirmación «Pulchrum est quod visum placet» (Summa Theologiae, I, q. 5, a. 4, ad 1um), indica de lo bello importa la aprehensión y en modo especial el disfrute: lo bello es "agradable al conocimiento"(Ibid., II-II, q. 27, a. 1, ad 3um) porque lo bello exige ser "conocido".

La belleza además, tiene características constantes, como la armonía y la regularidad, que el mismo Santo Tomás afirma con la "integritas sive proportio", o la certeza, en la "debita proportio sive consonantia", o en la "claritas", o en el esplendor corpóreo o espiritual: La belleza del cuerpo consiste en el tener los miembros bien proporcionados (debita proportio), con la luminosidad debida al color (claritas).

La belleza espiritual consiste en el hecho de que el comportamiento y las acciones de una persona estén bien proporcionadas (proportio) según la luz de la razón (claritas) (Ibid., I, q. 39, a. 8, resp.).

Esta definición de la belleza, que algunos tachan de intelectualista, constituye el análisis racional de experiencia común y general; confirmando esto, existen distintas búsquedas de orden psicológico y antropológico que confirman como, desde niños e independientemente de la cultura, se tiende a reconocer como bello y agradable lo que es armonioso y proporcionado.

Sin embargo, en los últimos diez años, se ha ido consolidando una concepción de la belleza separada totalmente del conocimiento sensorial y racional, divorciada totalmente del placer estético y de la experiencia común.

Se trata precisamente de un "concepto" de belleza construido por algunos teóricos sin nexo alguno con la realidad y con la visión.

Sobre la base de este presupuesto nacieron, contemporáneamente, diversas tipologías de arte, hermanadas por esta esotérica concepción de la belleza (belleza como ausencia, como falta de armonía, como algo extraño...). En estos "objetos" no se llega a apreciar la belleza de ninguna de las maneras, pero algunos adeptos a estas obras, dicen que la belleza sí que está presente.

Suceden entonces desconcertantes e hilarantes situaciones, que, me parece que pueden ser descritas por la fábula "Los vestidos nuevos del emperador", escrita por Hans Christian Andersen, conocido autor que vivió entre el 1805 y el 1875.

La fábula cuenta la historia de un emperador muy vanidoso que es engañado por dos estafadores, que dicen tener un tipo de tela tan bella que sólo los estúpidos no pueden ver. Así engañan al emperador con una tela inexistente que él finge ver y admira su belleza para no ser considerado estúpido. Pide a los estafadores que le confeccionen un vestido con esa tela, y todos los dignatarios de la corte y después los ciudadanos fingen admirar el traje, pensando que no ven la belleza de la tela porque no son capaces de disfrutarla. Sólo un niño tiene la valentía de exclamar que el emperador está desnudo y sólo entonces el gentío tiene el coraje de creer a sus propios ojos y de reconocer que no veían nada.

Bueno, a menudo, paseando en las salas de muchos museos de arte contemporáneo, se ve a muchos emperadores vanidosos, cortesanos y ciudadanos, que fingen admirar una belleza que parece estar reservada sólo a mentes superiores, hasta que alguno, con la inocencia de los sencillos, tiene la valentía de decir que no hay absolutamente nada.

ROMA, martes 1° de Febrero, 2011. (Zenit.org)



[1] Rodolfo Papa es historiador de arte, profesor de historia de las teorías estéticas en la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma; presidente de la Accademia Urbana delle Arti. Pintor, miembro ordinario de laPontificia Insigne Accademia di Belle Arti e Lettere dei Virtuosi al Pantheon. Autor de ciclos pictóricos de arte sacro en diversas basílicas y catedrales. Se interesa en cuestiones iconológicas relativas al arte del Renacimiento y el Barroco, sobre el que ha escrito monografías y ensayos; especialista en Leonardo y Caravaggio, colabora con numerosas revistas; tiene desde el año 2000 un espacio semanal de historia del arte cristiano en Radio Vaticano.

domingo, 11 de octubre de 2015

PORTADOR DE CRISTO






“¡Ay de la tierra, címbalo alado,que está a la otra parte de los ríos de Etiopia,
a la cual envía embajadores por mar en barcos de papiro que corren sobre las aguas!
Id, mensajeros veloces, a la nación arrasada, rasgada, a aquel pueblo terrible,
después del cual no hay otro, a la nación que espera (…)” 
(Isaías 18, 1-2)



Cristóforo Colombo, ese es el nombre
que en la pila sagrada recibía,
un símbolo de Fe que contenía
el destino ignorado por el Hombre.

No fue su antojo que el mundo se asombre,
pues el Gran Poderoso le daría
la Gracia de cumplir la Profecía.
Verdadera razón de ser prohombre.

Porque así lo anunciaba la Escritura.
Isaías, en efecto, decía:
“Más allá de las aguas de Etiopía,
navegad y llevad la Fe más pura”.

Portador de Jesucristo en la hondura
inmensa que los mares contenía.
En tu Niña, Pinta o Santa María
navegabas trayectos de aventura.

Cuando al fin recorría el agua mansa,
una voz resonaba fuertemente.
¡Divisaron el nuevo continente!
Y el grito, ¡TIERRA!, que hasta el Cielo alcanza.

El alma de Colón ya no descansa,
ni se duerme la idea de su mente:
llenarlo todo con la llama ardiente
de la Fe, del Amor y la Esperanza.

Mas, pérfidos y oblicuos ocultaron
La antigua gloria de los que han pasado
con la firmeza de los que han sembrado,
la semilla prima que en vida honraron.

Y sumidos de Mundo entronizaron
la imagen infernal que han adorado,
la fría sangre con la que han saciado
a los dioses a quienes ofrendaron.

Los cobardes y llenos de maldad
hoy gozan al quitar su monumento.
Y borran de la historia el fundamento
que alumbra con el faro de Verdad.


Mas, quien quiera forjar la Cristiandad,
y vencer el malsano sentimiento
deberá retornar al fiel cimiento
de la noble y gloriosa Hispanidad.


(Eduardo Peralta)

miércoles, 30 de septiembre de 2015

EL ENCANTO DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS



Los aztecas ostentan tres tristísimos y lamentables récords históricos que tal vez solo puedan disputarle los comunistas con sus cien millones de ejecutados en setenta años de historia.

El primero de ellos corresponde a la cantidad de víctimas logradas en el transcurso de dos siglos, el segundo a las logradas en solamente cuatro días, y el tercero se refiere a la inmensa cantidad de niños ejecutados.

Conviene aclarar que la arqueología, la antropología y la etnología moderna se han encargado de confirmar todo cuanto decimos y aseveraron los cronistas americanos.  La ciencia ha hablado, y ya no hay lugar para presunciones o debates ideológicos.

RECORD NÚMERO 1: MAYOR CANTIDAD DE EJECUCIONES EN DOS SIGLOS

La cantidad de víctimas variaba mucho de acuerdo con la importancia de la ciudad, del pueblo y de la festividad elegida para el ritual.  Fray Juan de Zumarraga y Francisco Clavijero, en 1531, dan cuenta de que sólo en la ciudad de México se sacrifican a los ídolos más de veinte mil víctimas al año.

Fray Juan de Torquemada ubica el numero de asesinados en todo el país por año en 72.244, incluidos veinte mil niños.

El historiador mexicano, el Padre Cuevas, asegura que el número de sacrificios en lo que fue Nueva España, era de cien mil seres humanos cada año.

Varios autores citados por Gomara hablan de cincuenta mil.  Tanto Acosta como Herrera aseguran que había días en que llegaban a matarse entre cinco mil y veinte mil personas por día.

Motolinia, describiendo la fiesta del año de Tlascallan, dice que se sacrificaban ochocientos hombres en la ciudad y en la provincia.  Francisco Antonio de Lorenzana dice que en Cholula se sacrificaban seis mil niños por año.

Por su parte, Diego Duran, desde su “Historia de las Indias”, después de describir las ceremonias de la coronación de Moctezuma y los sacrificios, dice: “había días de dos mil, tres mil sacrificados, y días de ocho mil, y otros cinco mil, la cual carne se comían, y hacían fiesta con ella, después de haber ofrecido el corazón al demonio”.

Fray Pedro Simón en su “Historia de la guerra de los indios Pijaos, indígenas de Tierra Firme”, calcula que desde la fundación del Estado azteca (1325) hasta su ocupación por las tropas de Cortés (1521) se cuentan por millones —a lo largo de dos siglos— las víctimas inmoladas a estas divinidades.

Michael Harner, conocido antropólogo estadounidense, estimó en doscientas cincuenta mil personas al año el número de sacrificados. En resumen, se calcula que la cifra anual de  ejecuciones superaba con creces los cien mil.

Tomando los números mas moderados, como los cincuenta mil sugeridos por Gomara, encontramos que en un siglo, y sólo considerando la región mesoamericana del continente (excluyendo a los mayas), aztecas y aliados asesinaron más de cinco millones de personas.

RECORD NÚMERO 2: MÁXIMA CANTIDAD DE PERSONAS EJECUTADAS EN CUATRO DÍAS

El holocausto más grande conocido por la humanidad comenzó un día del año 1487, durando cuatro días. El motivo del ¨mega evento¨ era la consagración de la gran pirámide de Tenochtitlán, que había sido construida en cuatro años a base de esclavos. Prescott, protestante y antipático a España, dice que no menos de setenta mil personas fueron ejecutadas para éste solo evento.

Al respecto existe un interesentísimo trabajo de investigación bastante reciente, producido por el canal Discovery Channel, titulado Aztec: Temple of Blood. Esta investigación contó entre sus colaboradores con reputados y prestigiosos expertos de distintas áreas y disciplinas: antropólogos, cirujanos y diseñadores científicos, etc. Lo que allí se había propuesto era comprobar de una forma científica si realmente habían podido los aztecas en 1487 ejecutar a tanta gente en tan corto lapso; o sea, si era físicamente posible a los sacerdotes extraer el corazón de una persona en contados minutos, uno tras otro.

Para el experimento se habían conseguido réplicas casi exactas del cuerpo humano, con la intención de comprobar el tiempo real en el que un cirujano podía extraer un corazón. Utilizando los mismos instrumentos que los indígenas —mediante un cuchillo de obsidiana mandado especialmente a confeccionar— el cirujano logró cortar debajo de las costillas del cuerpo artificial y llegar al corazón por debajo de la caja torácica, desde donde lo extrajo. El tiempo que le tomó, en su segundo intento, fue de solamente ¡diecisiete segundos! Seguramente, si hubiera seguido probando, habría llegado a adquirir, eventualmente, el grado de habilidad y velocidad de los sacerdotes indígenas y su tiempo hubiera sido aun menor. El mentado estudio terminó por confirmar lo que ya había afirmado la antropología y la evidencia documental: los aztecas pudieron asesinar decenas de miles de personas en tan pocos días.

No existen dudas sobre la capacidad de los aztecas para procurarse esclavos y/o cautivos de guerra para sacrificar.

Sabemos que en una sola ocasión llegaban a tomar decenas de miles de prisioneros. Antes de 1487 habían tenido cientos de guerras —que incluso hicieron con el único fin de procurarse esclavos para sacrificios humanos—, especialmente con Moctezuma II.  Es posible que para esa ocasión contaran con no menos de doscientos mil prisioneros de guerra.

A esto podemos sumar los esclavos que no eran producto de guerras —a veces comprados en los mercados— y que muchas veces sacrificaban.  Las filas que formaban los esclavos hasta el altar donde habrían de ser sacrificados era interminable.

Hayan sido cien mil, cincuenta mil o incluso veinte mil víctimas en cuatro días, tratamos aquí con un record bestial, solo superado por el holocausto de Hiroshima, Nagasaki y Dresden; ambos pertenecientes a la segunda guerra mundial.

RECORD NÚMERO 3: LOS DESGRACIADOS NIÑOS

De los récords mencionados, es éste sin dudas el más repugnante e indignante.  Ninguna sociedad en la historia tuvo mayor predilección por la inmolación de niños que los pueblos precolombinos, especialmente mayas,(1) aztecas y chibchas.

Cuando creían habrlo visto todo, los misioneros quedáronse perplejos al constatar la existencia de masivos sacrificios humanos de niños. Si existía una Fiesta particularmente terrorífica al respecto, esta era sin dudas la de Tlaloc, en donde los sacrificados eran exclusivamente niños. Refiriéndose a otros sacrificios que hacían los aztecas en el mes de Atcavalo, escribe Bernardino de Sahagún: “En este mes mataban muchos niños; sacrificándolos en muchos lugares, en las cumbres de los montes, sacándoles los corazones a honra de los dioses del agua, para que les diesen agua o lluvia. A los niños que mataban componíanlos con ricos atavíos para llevarlos a matar, y llevávanlos en unas literas sobre los hombros, y las literas iban adornadas con plumajes y con flores; iban tañendo, cantando y bailando delante de ellos.  Cuando llevaban a los niños a matar, si lloraban y echaban muchas lágrimas, alegrábanse los que los llevaban, porque tomaban pronóstico de que habían de tener muchas aguas ese año. (…) No creo que haya corazón tan duro que oyendo una crueldad tan inhumana, y más que bestial y endiablada como la que arriba queda puesta, no se enternezca y mueva a lágrimas y horror y espanto”.(2)

Comenta Morales Padrón, que era muy común en algunas tribus el ahogamiento de niños, y “que entre los chibchas se ofrecían preferentemente niños, a los que se criaba hasta los quince años en el Templo del  Sol, para ser finalmente muertos a flechazos atados a una columna”.(3)  A su vez, dice Francisco Clavijero que en la Fiesta de Tlaloc los aztecas sacrificaban exclusivamente niños de ambos sexos, que compraban para la ocasión.  Eran dos las formas de hacerlo: a unos los ahogaban en el lago y a otros, niños de seis años, los encerraban en una caverna y los dejaban morir de hambre.(4)

Tomando en consideración que, como se ha reconocido —especialmente en el caso de los aztecas—, tras un exitoso combate se obtenían de una sola vez varios millares de prisioneros y que las guerras eran constantes, cabría preguntar: ¿Qué hubiera sucedido a los  súbditos de aquel imperio de no haber llegado los españoles? Podría suponerse, sin temor a exagerar, que habrían desaparecido de la faz de la tierra sin dejar tal vez rastro alguno de su existencia. Probablemente, de no haber prohibido los españoles estas prácticas, las culturas indígenas hubieran desaparecido como lo habían hecho anteriormente los mayas, los teotihuacanos y los toltecas. Es el destino forzoso de los seguidores de falsas religiones.

Sabemos también por González Gimenes de Quesada, Lucas Fernández de Piedrahita y Fray Pedro Simón de la costumbre de varias tribus colombianas, venezolanas y brasileñas de sacrificar niños; particularmente entre panches y muiscas. En general estos niños, junto a otros esclavos, se vendían en distintos mercados de la región, siendo comprados la mayor de las veces para los sacrificios. El religioso Simon da preciso detalle de esta bestial ceremonia: “(…) tendían al muchacho sobre una manta rica en el suelo y alli lo degollaban con unos cuchillos de caña; cogían la sangre en una totuma y con ella untaban algunas peñas (…)”.(5) Fernández de Piedrahita confirma los hechos, diciendo: “(…) abriéndolo vivo y sacándole el corazón y las entrañas, mientras le cantaban sus músicos ciertos himnos que tenían compuestos para aquella bárbara función”.(6)

Por referir otros casos, también practicaron los sacrificios humanos de niños, en forma bastante frecuente, los picunches y los araucanos o mapuches;(7) incluso en épocas bastante recientes, siendo conocido el caso del niño de cinco años asesinado luego del terremoto de Valdivia de 1960; caso que tomó estado  público y que causó gran revuelo en su momento.(8)
 
Cristian Rodrigo Iturralde
 
NOTAS:
1.  Esta costumbre es denunciada por la misma National Geographic, en un documental titulado, en español, “Los últimos días del imperio Maya¨, Estados Unidos, 2005.  Se halla disponible en: http://www.ivoox.com/ultimos-dias-del-imperio-maya-audios-mp3_rf_769250_ 1.htm­l?au­to­play=1
2.  Bernardino de Sahagún: “Historia General de las Cosas de Nueva España”, Madrid, Dastin, 2001, tomo I, págs. 17-18.
3.  Morales Padrón, Francisco: “Manual de Historia Universal”, tomo V, “Historia General de América”, Madrid, 1962, 62 (referencia al ahogamiento de niños), y 88-89 (ca­so de los Chibchas).
4.  Ob. cit., pág. 168.
5.  Fray Pedro Simón: “Noticias Historiales de las Conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales”, Ed. Kelly, Bogotá, 1953, II, pág. 249.
6.  Lucas Fernández de Piedrahita: “Historia General de las Conquistas del Nuevo Reino de Granada”, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, Bogotá, 1942, I, págs. 40-41.  Consultar también el muy buen artículo “Dos Sacrificios humanos entre los muiscas”, María Lucía Sotomayor, Instituto Colombiano de Antropologia, Bogotá, “Revista Colombiana de Antropología”, vol. XX­VIII, año 1989-1990.
7.  “Revista anales”, Universidad de Chile, Séptima Serie, N° 1, mayo 2011.  Consultar en: http://www.revistas.uchile.cl/index.php/ANUC/article/view­File/12347/18134.  Tanto el P. Rosales (siglo XVII), como el gran historiador chileno José Toribio Medina y el dominico Alfonso Fernández, dieron cuenta de lo mismo.
8.  Arturo Zúñiga: “El niño inmolado”, en “El Mercurio”, Santiago de Chile, 15 de agosto de 2001.  Consultar el artículo completo en http://www.mapuche.info/news02/merc010815.html

miércoles, 2 de septiembre de 2015

PENSAMIENTOS Y MÁXIMAS DEL CORONEL SAINELDÍN




(Concepción del Uruguay, 12 de noviembre de 1933 - Buenos Aires, 2 de septiembre de 2009)


"No se concibe la paz al precio de la indignidad y la miseria. Frente a la injusticia, la lucha y la resistencia, es toda una razón de existir".-



"Me di por muerto en Malvinas. El resto de mi vida lo pongo al servicio de mi Patria luchando por un proyecto Nacional, para que la presente generación, si aceptare este desafío, lo enarbole como bandera de Victoria".-



"Como un buen soldado, jamás me lamentare de haber dado testimonio de patriotismo desde la cárcel, que me impuso el sistema. Solo pretendo que este sacrificio no sea en vano y se convierta en un legado de lucha para las nuevas generaciones".-



"No callemos nuestra voz de protesta contra el imperialismo apátrida. A los silencios de los pueblos, preceden los tiempos de la esclavitud".-



"En más de una década de cárcel, el sistema tan solo ha logrado encerrar mis ochenta kilos de carne y huesos. Mi espíritu siempre ha vivido en libertad".-



"No tuve ni tengo aspiraciones políticas, por eso poseo la libertad de ofrecer mi testimonio de cárcel, a todos los hombres y mujeres de mi pueblo, que luchan desde cualquier lugar, dando el mensaje de la patria".-



"Se puede negar el pasado con la indiferencia, mas no se puede negar la responsabilidad de cada uno sobre el futuro, sin condenar el porvenir de sus hijos".-



"Mientras haya tan solo un grupo de Argentinos, que resistan a ser conquistados, la patria vive".-



"Quienes son cómplices de la desocupación y la miseria de los trabajadores, están atentando contra el futuro de la Patria y promoviendo la desintegración Nacional".-



"La Patria es un bien natural otorgado por Dios, que como Argentinos debemos defender, hasta el límite de dar la vida si fuera necesario".-



"Los políticos que no hacen honor al compromiso asumido ante el Pueblo, son como aves de carroña, prestos a servirse de los cadáveres de quienes confiaron en ellos".-



"No hay esperanza donde la corrupción se instala. No habrá paz, donde haya un pueblo sometido y humillado. Y no hay porvenir, donde no este asegurado el futuro de la Patria".-




"Luchar, luchar, luchar, ese es el precio por conquistar la Libertad y al mismo tiempo, los laureles de gloria, para quienes estan dispuestos a vivir con dignidad".-

lunes, 17 de agosto de 2015

¡PRESENTES GENERAL!



ODA AL GENERAL SAN MARTÍN:

¡Presentes, General,
Con la patria ganada y el acento inmortal!

Con usted los que fuimos tres o cuatro patriotas,
con usted los que somos varios cientos de miles,

Los de la patria pura, los que en la sangre viven
una patria sin dividendos de ferrocarriles,

Los que tuvimos la fortuna
De jugar en la mesa de la historia nuestra moneda inoportuna,

Los que tuvimos la limpieza –la limpieza de sangre y de intenciones-
De jugarnos el todo por el todo, cargados de pobreza y de razones,

Los que afirmamos la teoría
De que la patria no era ni sería una dependencia de la Masonería.

Los que sabemos que los pueblos tienen, como los hombres su rendición de cuentas y su Juicio Final,
Los de la patria limpia, ¡con usted General!

Para la patria el aire de los siglos y la corazonada de la gloria
Y el silencio del águila bicéfala que vigila los pormenores de la historia;

Para la patria mía, que es bandada y bandera,
Para la antigua patria, que es pira y primavera,

La bandera en el cielo y en la luz el laurel,
Primavera de pólvora, paloma de cuartel.

Para la patria el alto sentido de la vida que se encierra
En la paz merecida y en la dignidad de la guerra

(De la guerra que haremos –si nos faltan aviones la haremos con soldados
Cuando estemos verdaderamente enojados).

Para la patria el claro sentido de la muerte, para la patria clara
Que es capaz de jugarse contra el miedo, a tiros y a sablazos, cara a cara,

Su honor y su alegría contra sus intereses
(Y si no que lo digan con banderas de luto los ingleses).

Para la patria todo lo que la patria pide:
Que la alegría no entra en componendas y el honor no se mide.

Para ella la nieve arrebatada y el aura del jardín
Y la herida y el canto y el clavel y el clarín.

Los que vivimos la alegría
De pedir cada día honradamente nuestro poco de pan y nuestro poco de poesía,

Los que tenemos el consuelo
De saber que la patria es un ensayo de esperanza y de cielo,

Los de la patria antigua y el acento inmortal,

Los de la sangre limpia, ¡con usted, General!

Ignacio Braulio Anzoátegui

viernes, 24 de julio de 2015

NOSOTROS, LOS NACIONALISTAS DE "OPERETA"

Publicamos acontinuación una reciente nota de Cristián Rodrigo Iturralde a propósito de unas afirmaciones sobre el nacionalismo que hiciera Diego Mazzieri en su obra "Ni Yankees ni marxistas ¡peronistas!". Nos parece oportuno compartir estos comentarios, dado que creemos expresa nuestro sentir nacional y católico.
Tomado de http://debatime.com.ar/cristian-rodrigo-iturralde-nosotros-los-nacionalistas-de-%C2%A8opereta%C2%A8/ 
(Breve réplica a algunas aseveraciones de Diego Mazzieri)
Hará cosa de pocos días, un buen amigo me envió para mi consideración un artículo del joven escritor y abogado peronista Diego Mazzieri, junto a algunos fragmentos de su libro ¨Ni Yankees ni marxistas ¡peronistas!¨[1]; particularmente aquellos injuriantes al Nacionalismo Católico.
He tenido la oportunidad de saludar, si bien fugazmente, a Diego Mazzieri en alguna que otra oportunidad; persona bien dispuesta, educada y de trato afable. Por tanto, no tengo nada contra él, pues como he dicho, apenas lo conozco, y, hasta ahora, no me había cruzado con ninguno de sus trabajos. Las referencias sobre su persona las tengo de amigos y camaradas en común, y estás en general son buenas. No obstante, en sus escritos, su carácter y estilo aplomado varía sensiblemente, trasmutando éste a uno más provocador, bravucón y algo pueril por momentos.
Supongo que Mazzieri tampoco tendrá nada contra mí –pues no me consta que conozca mis trabajos ni que acaso me recuerde-, pero lo cierto es que me he sentido afectado por algunos de los atributos vejatorios que tan ligeramente ha endilgado a los nacionalistas católicos in totum, como así también, por la torcida y reduccionista interpretación de ciertos hechos.
No he leído la obra completa del mentado autor, pues debo confesar que me resulta harto tedioso, por estéril, dedicar horas a leer más de 500 páginas de lo que ya asoma como un panegírico de Juan Domingo Perón. De lo que he podido cotejar del mismo –y esto lo digo sin ánimo de ofender-, he notado que tiene también mucho de libelo y de discurso de barricada, en el sentido de que, amen de la falta de bibliografía indispensable para el estudio integral de tan caro asunto[2], se injuria a los disidentes recurriendo a epítetos propios de pasquines o panfletos de propaganda marxista[3].
Del mismo modo en que no leería una insípida apología de Perón, no invertiría tampoco un ápice de mi tiempo en leer medio renglón sobre criminales como Rojas y Aramburu.
Por tanto, quedo corrido desde este preciso instante de cualquiera de las variantes de conocida dialéctica sofística que reza: ¨O Braden o Perón¨.
Ninguno de los dos.
——-
Entiendo que los tiempos acuciantes que corren exigen superar las eternas y encarnizadas disputas internas del nacionalismo en torno al binomio Perón-anti Perón; contienda más propia de nuestros abuelos y maestros, que por haber sufrido en carne propia las tropelías de uno y otro bando, no pueden olvidarlo y/o matizar, y hacen de esta inquina –aun sin quererlo- su modus vivendi.
Convencido de ello y en busca de un nacionalismo integrador y superador de viejas rencillas, que construya y se centre en lo esencial, es decir, en la triada Dios, Patria y Hogar, es que junto a algunos compatriotas fundamos el círculo de formación y difusión académica Ateneo Cruz del Sur (del que, sea dicho, también participan peronistas, muchos de los cuales me honran con su camaradería y amistad, en distintos ámbitos, dentro y fuera del Ateneo).
No obstante -y he aquí el motivo de este artículo-, los hay quienes creen que se impone desacreditar con bajos artilugios y denigrantes calificativos a quienes no comparten sus opciones políticas, atreviéndose incluso a realizar afirmaciones temerarias tales como que quien no es peronista no puede ser nacionalista.
O, en curiosa expresión de Mazzieri, quien no es peronista, por norma, sería un ¨nacionalista de opereta¨.
———–
Voy, pues, directamente y sin más prolegómenos a los pasajes en cuestión que objeto.  Enumero a continuación párrafos del autor en bastardilla y negrita, intercalando mi comentario a cada uno de éstos:

1- Una cosa es que el nacionalismo católico no sea Peronista. Ahora, de ahí a ser antiperonistas, eso es algo muy distinto, pues ya es un discurso guiado por un odio propio de hinchas de fútbol y no de ciudadanos de buena fe que quieren el bienestar de su nación.

De lo escrito aquí por Mazzieri se deduce claramente que aquel que sea antiperonista no puede ser nacionalista. Luego, habría que definir claramente –ya que él mismo trae a colación el distingo- la diferencia entre un ¨no peronista¨ y un ¨antiperonista¨. ¿Cuándo pasa el primero a ser lo segundo? ¿Sabrá la diferencia entre un antiperonista y un ¨gorila¨?
El prefijo ¨anti¨ significa ¨opuesto¨ o ¨contrario a¨; de lo cual no se sigue necesariamente que se odie lo que sigue luego, y mucho menos, de forma irracional.  De modo que puedo ingerir un antibacteriano sin odiar visceral y descabelladamente a las bacterias. Sabemos, es un hecho comprobado, que algunas de éstas son útiles y necesarias al organismo, a suerte de mal necesario.
Ahora bien, si las bacterias son decisivamente nocivas, no sólo tengo el derecho a guardarles aversión y rechazarlas sin miramientos –sin que por ello me caiga un INADI Justicialista-, sino que estoy obligado a hacerlo; al menos si procuro gozar de cierta salud física y mental. Procediendo de esta manera estaría actuando racionalmente. Lo contrario sería obstinada imbecilidad.
Habrá que preguntarse seguidamente si acaso mártires como Jordán Bruno Genta y Carlos Sacheri califican como ¨nacionalistas¨ o ¨ciudadanos de buena fe que quieren el bienestar de su nación¨ para elpatrionometro del autor. Luego también: ¿Fueron todos los caídos bravamente en la gesta malvinense o en la Tablada devotos peronistas? ¿Los Manuel Gálvez, Julio Irazusta y Gustavo Zuviría fueron asimismo cipayos a las órdenes de la sinarquía internacional? ¿Fueron estos y otros grandes hombres que dedicaron su vida a la defensa de la patria en todos los órdenes ¨nacionalistas de opereta¨?
Claro que no[4].
De modo que se puede ser perfecto antiperonista, racional y nacionalista, ¡todo a la vez!

2- (…) muy poco católico es reivindicar un bombardeo contra tus mismos connacionales, máxime considerando que murieron cientos de niños y a Perón ni lo rozaron.
Que yo sepa, ningún católico y mucho menos el nacionalismo católico revindica ese acto criminal. Luego –como nota al pié-, debo decir que tampoco deja demasiado bien parado a Perón el hecho de que las ¨balas¨ no lo haya ni rozado.
3- (…) ¿Acaso no fue más nacionalista y católico Juan Perón en evitar un derramamiento de sangre entre hermanos?
         Aquí caben dos explicaciones posibles. La primera es que haya sido efectivamente como dice Mazzieri. La segunda, algo más antipática, pero sencilla y por esto plausible –si entendemos que Juan Perón fue un ser humano y, por tanto, pasible de las mismas miserias que todos nosotros-, es la siguiente: Perón tuvo miedo y cedió ante el instinto de conservación. Esta segunda hipótesis cobra mayor credibilidad si reparamos en que Perón, lejos de detestar la violencia y las guerras fraticidas, alentaba desde el exilio –alguno podrá objetarme el verbo, pero no más que eso- a bandas criminales de marxistas fuera y dentro de nuestro país, ordenando luego, a su vuelta -y cuando no le cayeron más en gracia-, el exterminio de éstas. A este respecto nos prestará un buen servicio la carta que Perón remite a William Cooke en 1956, donde acusa a los sindicalistas prácticamente de cobardes por no haber querido tomar las armas contra la Revolución Libertadora[5].
Si Perón creía firmemente en su misión y se consideraba asimismo como el ¨redentor¨ y antídoto a la denominada ¨Década Infame¨ y a la postrera barbarie entreguista del liberalismo ¨libertador¨, debió combatir; así de claro. Él mismo, en un sin fin de discursos, exigía al pueblo dar la vida por la Patria a todo coste (¨por cada uno de los nuestros caerán cinco de ellos¨). Pues era la Patria la que estaba en juego, no un gobierno y mucho menos una persona. Lejos de ser un terminator, Perón era un ser humano, de carne y hueso, como Uds. y yo. No todos pueden o quieren ser Poltronieris oGiachinos e inmolarse por la Patria, es claro.

4- ¿Recuerda el nacionalismo católico, que en ese Corpus Christi que ellos invocan, concurrieron masones, marxistas, socialistas, la Unión Democrática toda? ¿Creyeron que en ese evento los marxistas ateos fueron porque de golpe y porrazo leyeron las Sagradas Escrituras y se han hecho conversos todos.
Si, lo sabemos. ¿Pero que habría que haber hecho? ¿Llamar a la mazorca o las camisas negras para que echen a todos estos crápulas a palazos? La pregunta que formula el autor es maliciosa. Recurriendo al sofisma de asociación –voluntariamente o no, lo mismo da- da a entender que los devotos católicos que organizaron y concurrieron a celebrar la mentada festividad tuvieron alguna simpatía o ligazón con masones y marxistas. Seguramente, Mazzieri mismo haya asistido a homenajes por el 17 de octubre o relativos en el que pulularon marxistas y demás sectarios antinacionales. Pero, como a aquellos católicos de junio del 55´, no creo que estos grupos le hayan pedido permiso para ver si los dejaba o no concurrir.
Habría que recordar también una obviedad difícilmente cuestionable: todo acto o manifestación opositora era perseguido y penado severamente por el gobierno peronista. Y por ¨opositor¨ no entendia Perón sólo a marxistas y masones, sino a todo aquel que no le rindiera obsecuente y servil pleitesía. Podremos discutir el cuestionable papel de cierta parte de la clerecía, pero no mucho más que eso (sin dudas que obispos y sacerdotes felones los ha habido siempre).

5- Repito que comparto muchas de las críticas que el nacionalismo católico hace respecto al Peronismo y a Perón por no eliminar del todo el sistema liberal en Argentina. Pero con ese criterio también condenemos a Dios mismo, por hacer una nueva alianza con el hombre (Noé) después de Sodoma y Gomorra. O condenemos a Jesucristo por poner la otra mejilla…
         Sinceramente, no logro inteligir que quiso decir el autor en este párrafo. Pero el sólo hecho de pretender trazar una analogía entre Perón y Dios-Jesucristo… ¿no será demasiado? Y esto no lo digo de chupacirio; creo que ni aun los propios masones y marxistas se atreverían a tanto.
Pero este modus operandi para tratar justificar la ¨versatilidad doctrinaria¨ de Perón parece ser una constante en Mazzieri. En el primero de sus capítulos dice lo siguiente: ¨Cabe considerar que si a Jesucristo, el mismo Hijo de Dios, se lo ha pretendido aggiornar a los tiempos a punto tal que después del Concilio Vaticano II se han sostenido como infalibles tremendas herejías y blasfemias; qué quedará para Juan Perón cuya alma era puramente humana…¨. De nuevo, creo que no corresponde la relación. Otrosí, lo que dice es falso. Sin ser quien escribe un reivindicador del CVII, debería explicar el autor cuales serían las infalibles tremendas herejías producidas por el mentado concilio pastoral.

6- (…) Es inconcebible que alguien que se jacte de nacionalista pro rosista, peronista o no, paradójicamente menosprecie la memoria del restaurador de las leyes (citando el libro La Segunda Tiranía).
         Creo que recurrir a la argumentación ad hominem para pretender impugnar fundada evidencia documental y razonamientos válidos, no es propio de hombres lógicos y de buena voluntad. Que por citar y validar documentación descubierta o expuesta por liberales y no nacionalistas se sigue necesariamente que uno estaría menospreciando la memoria del Restaurador, es una infamia que corre por cuenta del autor y que no guarda asidero alguno. La pregunta y consideración a reparar no es ¨quien¨ dice tal cosa, sino si aquello que se afirma es o no cierto (ya Santo Tomás decía que la verdad, dígala quien la diga, viene de Dios). De modo que –p. e.- citar y recurrir a algunos trabajos de Nicolás Márquez y de Luis Labraña no me convierte en liberal ni en marxista.

Afine su metanoia, amigo.

 Recapitulando: No es que seamos ¨nacionalistas de opereta¨, como quiere Mazzieri y tantos otros. Sucede que para nosotros primero está Dios y, luegola Patria. Recién después, en tercer lugar, loshombres; falibles por naturaleza y sujetos a ser cuestionados y/o criticados –cuando cuadre-, sin convertirnos por ello en apátridas o idiotas útiles al imperialismo británico.
Afortunadamente, no todo el peronismo nacional piensa de esa forma.
Pero evidente y tristemente, pareciera que el mentado orden jerárquico es algo que cierto sector del peronismo recalcitrante rehúsa aceptar.

Nosotros no estamos dispuestos a negociarlo.
Los saludo atte.

 Cristián Rodrigo Iturralde

NOTAS:
[1] Puede consultarse íntegro en el siguiente sitio:http://www.pablodavoli.com.ar/ateneocruzdelsur/intranet/libros/Peronistas.pdf. Ya, desde el vamos, confieso que me predispuso mal el título del mismo. Porque una cosa es decir ¨ni yankees ni marxistas, ¡nacionalistas!¨, otra muy distinta es el slogan puesto por el autor, como si la figura de Perón estuviera por encima de la patria. No sé… yo jamás he oído a nadie canturrear ¨ni yankees ni marxistas, ¡rosistas y sanmartinianos!¨
[2] No he visto en la bibliografía consultada por el autor trabajos indispensables para el estudio de esta materia, como podrían ser los de Julio Irazusta, Joseph Page, Robert Potash o los voluminosos tomos que al respecto han escrito Félix Luna o Hugo Gambini. También podría agregar los de Enrique Díaz Araujo. Sin ser quien esto escribe un experto en ¨peronismo¨ ni mucho menos, entiendo que son obras de cabecera que bien deberían haberse complementado con las que el autor ha consultado. El reciente libro de Nicolás Márquez, Perón el fetiche de las masas, para el que se ha consultado no menos de cinco decenas de libros, a favor y en contra del ex presidente, contiene valiosísima documentación. Pero en este caso Mazzieri quedaría disculpado ya que su libro fue escrito con anterioridad al de Márquez. Empero, sería bueno que lo leyera y, si lo cree conveniente, refute lo que crea equivocado.
[3] Supongo que en parte esto podría ser disculpado por la juventud del autor y la sincera pasión con que escribe; entusiasmo que cuando no controlado, nubla los sentidos aun del más apto. Yo mismo he sido y soy preso de esa inclinación en no pocas oportunidades. No obstante, cuando caigo en cuenta de ello, procuro emendar mi error.
[4] Faltaría nomás que algún Umpa Lumpa diga que Rosas no fue un patriota porque no tuvo su carnet de la Unidad Básica al corriente, y cartón lleno, ¡Estamos sonados!
[5] Citado en RUIZ MORENO, ISIDORO J: “La Revolución del 55”. Buenos Aires; Claridad, 2013.  Pág. 761