"Y aquí va —por último— mi mensaje de esperanza, destinado a los jóvenes argentinos de la nueva generación.
Vivimos tiempos trágicos y en el mundo ustedes —muchachos
nuestros de 20 y 30 años cumplidos o por cumplir— movilícense también pronto
(es urgente) en defensa de nuestra Fe, dando insobornable testimonio de todos
los terrenos del quehacer nacional, en procura de una profunda restauración
espiritual —y por añadidura política en orden al Bien Común católico— en la
Argentina de los próximos lustros. Porque la Masonería no se duerme. Y la
Izquierda marxista tampoco.
Triunfaréis, es cierto, muchachos tradicionalistas de la
nueva generación, si estáis unidos; pero sin acomodos equívocos ni complejos de
inferioridad frente al inicuo mundo moderno, que niega la Verdad Revelada e,
incluso —a veces— la verdad a secas. Nadando, sí, contra la corriente turbia
del escepticismo criollo; del “no te metás” famoso; del materialismo ateo
contemporáneo —no únicamente del comunista— y de la frivolidad que corrompe
tantas conciencias jóvenes con promesas de una ganancia crematística fácil.
¡Basta ya de componendas narcisistas; de sexualismos
freudianos fomentados artificialmente mediante la droga o el alcohol! ¡Basta ya
de adorar ídolos de barro promovidos por una propaganda masiva que adormece las
almas! ¡Basta de mentiras demagógicas y de pacifismo liberal! “Sursum Corda”.
No se dejen robar ingenuamente, compatriotas de la novel
generación, los frutos del trabajo nacional con el viejo cuento de la
“eficiencia” y “competencia” económicas. ¡Cuidado con los lobos rapaces
“tecnocráticos” disfrazados de inocentes corderitos! ¡A proteger, pues, el
patrimonio comunitario nuestro, toda vez que la verdadera caridad empieza por
casa!
Evitad caer a toda costa en las redes de la “sociedad de
consumo” que nos animaliza a todos. “La juventud ha sido hecha no para el
placer sino para el heroísmo”. Hagamos de esa bella consigna de Claudel,
nuestra invicta bandera de guerra. Preparemos desde ya el espíritu de nuestros
nietos. Ahora mismo, con presteza. Pero atención: no equivoquen otra vez el
rumbo con utopías de cualquier tipo, los inmaduros púberes argentinos de la
nueva generación. Sepan por anticipado, que en todos los tiempos: “Milicia es
la vida del hombre contra la malicia del hombre”, al decir de Gracián.
¡Ya basta de cobardías disfrazadas! Bien está que sean
tolerantes con el prójimo equivocado, pero férreamente intransigentes con el
error. Nunca pierdan de vista la realidad que nos rodea, muchachos argentinos,
pero sin bajar la guardia ni resignarse ante los embates del enemigo poderoso:
aunque les cueste la vida a algunos en la demanda. Y aunque, en definitiva
—Dios no lo quiera— tengan acaso que defender (solos y acorralados) el honor de
Cristo Rey en nuestra patria: desde una catacumba o desde una trinchera.
¡Sin jamás renunciar a la lucha!"
(Federico Ibarguren)
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