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martes, 30 de septiembre de 2014

Cuatro Mártires (II): CARLOS A. SACHERI

2. Sacheri





     A pesar de tener estilo y pensamiento diferentes que dividían y dividen en lo concreto a sus seguidores (por ejemplo en la actitud política frente al peronismo), un día apareció Carlos Alberto Sacheri diciéndole a Fernando: “¿Sabés lo que me dijo Genta? – Que yo soy su sucesor doctrinal!” “El Segundo” manifestaba gran alegría por esa honrosa designación hecha por “El Primero”… En efecto, Carlos Alberto Sacheri fue El Segundo.
   Nacido en Buenos Aires el 22 de octubre de 1933, de familia de orígenes piamontés, alemán y viejocriolla, fue formado de chico en la Acción Católica Argentina, cuyo lema era la paz de Cristo en el reinado de Cristo, en la que recorrió todas las jerarquías, y estudio en la buena Escuela Argentina Modelo el primario y secundario. No fue, como Genta, un converso. Era católico de siempre.
Se casó con su única novia, María Marta Cigorraga, el 19 de diciembre de 1959, en la Iglesia Catedral de San Isidro (ceremonia civil, el 16).
   Herencias. Además de aquella escuela, recibió la herencia del nacionalismo argentino y cordobés al entrar en el grupo de Rodríguez Lonardi, entonces sacerdote jesuita; por donde conoció a su primer titular de cátedra universitaria, el profesor Emilio Komar, que le trasmitió la vocación por la vera universidad de estilo europeo, no burocrática, donde se dialoga en serio en torno de la verdad; y al gran teólogo argentino el P. Julio Meinvielle, con quien siguió durante años las clases, el rigor ortodoxo y el vigor dialéctico de la Suma Teológica. El Padre ponía al joven Sacheri como ejemplo de la fecundidad del tomismo.
   Gracias a esta vinculación se fue becado a Canadá, donde fue discípulo de Charles de Koninck, el gran defensor de la primacía del bien común contra Maritain y los personalistas, y se licenció y doctoró en filosofía. Se vinculó al Movimiento de La ciudad Católica, movimiento que preconiza la formación para una acción de concertación de las buenas fuerzas en los distintos niveles, más que una organización monolítica. Adquirió nivel de promesa filosófica católica internacional con dos conferencias multitudinarias de Ciudad Católica en Suiza y en un congreso en los Estados Unidos representando a su Universidad canadiense.
   Tenía todas las posibilidades de quedarse en Canadá, pero un día se le oyó definir su vuelta, en una actitud semejante a Genta y también a Larrabure, con un parecido que veremos con Amelong: “quiero hacer como Komar, quiero enseñar en la Argentina”.


“Plugo a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación”
San Pablo, 1 Corintios, 1, 20-25.

   Centro de una red. Fue el principal animador del Movimiento La Ciudad Católica y la revista Verbo, al que le dio un carácter más argentino y concreto que el que le venía de su estilo francés, fundando el Instituto de Promoción Social argentina. Ganó por concurso el cargo de profesor de Filosofía e historia de las ideas filosóficas en la UBA [lo tengo tipeado y queremos publicarlo], una cátedra multitudinaria donde atraía a los buenos y era un maestro en el arte de la discusión lúcida con todos sin enojarse nunca, con argumentos de hierro y caridad por todos reconocida. Por concurso fue secretario académico del CONICET. Fomentó la investigación y las relaciones de todos nosotros entre todos nosotros, se incorporó al Movimiento Unificado Nacionalista Argentino. Dio infinidad de cátedras en la UCA. Restauró, como Secretario, la Sociedad Tomista Argentina cuando después del Concilio se empezó a decir que “Santo Tomás ya no va más…”.

   Fue un Tejedor admirable enseñándonos, en el catolicismo siempre carente de liderazgos laicales, a unir a la gente en la caridad y en la Patria, priorizando el fin, y no poniendo la lupa en las diferencias… Fue un maestro en ese arte…
Me dijo Aníbal D´Angelo Rodríguez que, a diferencia de otros maestros del nacionalismo, “no fue atrabiliario”.
   Dos libros. Un décimo del clero del país se alineaba como Sacerdotes del Tercer Mundo, un Movimiento que, confluyendo con una verdadera infiltración atea y materialista en la Iglesia producida con motivo, antes y después del Concilio, en definitiva negaba la trascendencia y primacía de Dios y la infalibilidad de la Iglesia y reducía el Cristianismo a una acción revolucionaria, muchas veces violenta pero siempre atea, ignorante de su Doctrina Social y sirviendo de furgón de cola al marxismo internacional.
En estos momentos en que la Doctrina Social de la Iglesia se ha olvidado en la sociedad y adentro de nuestras filas, en que gran parte de los miembros de la Iglesia consideran que el problema social no tiene que ver con la fe reduciéndose la política a opciones acatólicas, y hay muchos que dicen que debemos limitarnos a predicar el derecho natural y olvidarnos de Cristo, es oportuno recordar la acción y la doctrina sacherianas.
   Además de enfrentar la situación con la red católica patriótica que iba formando, Sacheri escribe 50 artículos periodísticos en el diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca, que formaron el libro El orden natural, un sintético, orgánico e inteligente manual de Doctrina Social de la Iglesia. Hay que comprar y estudiar ese gran librito, del que existe reedición novísima.
   Y por la otra (enfrenta además la situación, digo) con una actividad impresionante de artículos, de conferencias que se multiplicaban por todo el país, no sólo denunciando al tercermundismo, sino dando la salida católica. No sólo exhibiendo las conexiones policiales de una minoría de tercermundistas con el terrorismo marxista y su inserción en el plan subversivo internacional, sino dando la visión teológica justa del origen del problema, en lo que el Movimiento defeccionaba esencialmente. Esta prédica se concretó en el libro La Iglesia clandestina, del que me contó el Coronel Juan Francisco Guevara que le puso una faja con una expresión totalmente insólita, …pesimista… profética y hasta chocante y fea … - Ya verán…
Tercermundismo. La finalidad del tercermundismo, y de todo progresismo católico, les enseñaba Sacheri a Uds., jóvenes católicos argentinos del siglo XXI, y escuchen bien porque esto sigue pasando en la Iglesia
“no es otra que la de adaptar la Iglesia al mundo, y lisa y llanamente, en vez de intentar convertir y salvar al mundo dentro de la Iglesia. Tal es la tremenda alternativa de nuestro tiempo. El progresismo neomodernista subvierte así todos los conceptos fundamentales de la fe cristiana mediante la interpretación unilateral del espíritu y de los documentos de Vaticano II”.
   El problema permanece y también la solución, que es interpretar el Concilio según la Tradición. La hermenéutica o es de la continuidad, como dice Benedicto XVI, o no es católica, viniere de quien viniere. Y en momentos en que en nuestra Patria desde afuera se quiere destronar a Cristo suprimiendo la cruz de los lugares públicos, cosa a la que no se animarían si antes desde adentro no se lo hubiera destronado, nos sigue enseñando que Cristo manda.
   Digo que Cristo está destronado en la mentalidad de gran parte de los católicos, que niega Su Realeza. Diríase que un gran número de católicos con opinión, obispos incluidos, no tienen claro el tema de que Cristo manda. Cristo es Rey.

Cristo Rey


   “La disyuntiva es total y no admite posturas intermedias: o bien la civilización se edifica en el respeto de los derechos de Dios y del hombre, o, por el contrario, se edifica en la negación de tales derechos. La primera es la civilización del orden natural y cristiano, la segunda es la de la Revolución anticristiana: «Quien no está conmigo, está contra mí; quien no recoge conmigo, desparrama». Tal es el juicio de Nuestro Señor, tal es el único criterio auténticamente cristiano. Toda tentativa de reconciliación del mundo moderno con la Iglesia que no se funde en una verdadera conversión del mundo a la Iglesia, está condenada de antemano y no servirá sino para «hacer el juego» del adversario”.


- Se quiere destronar el crucifijo. Los dueños de la democracia, que parece la entienden doctrinalmente como el respeto de la Constitución, revelan una y otra vez que se pasan para el cuarto la Constitución nacional, cosa que sucede también con el aborto, donde con las mejores leyes hacen cualquier interpretación para matar al chiquito en el útero materno.


   Frente a lo cual nosotros como juristas tenemos algo que decir: a) cuando la Constitución escrita desbarra en derecho natural, por así decir, por ejemplo al hablar de la soberanía del pueblo, cosa que es un disparate, nosotros la tenemos por no escrita; b) cuando se tratan temas como la libertad de cultos, la interpretamos como Fray Mamerto Esquiú con la doctrina leontrecina de la tolerancia; c) y cuando se trata de cosas en principio indiferentes, por ejemplo si establece un presidente y un congreso y demás instituciones establecidas, dado que así se estableció (derecho positivo, positum) somos los religiosos reconocedores de la Constitución nacional escrita. Y, además, afirmamos por sobre la Constitución en papel, la Constitución tradicional, con los pactos preexistentes que se remontan en definitiva a la gloriosa Declaración de la Independencia del 9 de julio de 1816, y por sobre ambas el derecho natural y divino.

Al destronar el crucifijo se ataca a Dios, y también se ataca a cerca del 95 % de los cristianos que hay en la Argentina y se atacan las bases mismas de la Argentina, y hasta la garantía de una moral seria para todos, agnósticos incluídos. Porque el crucifijo integra nuestra tradición nacional, como la integra el habla y el calendario, y es la garantía de una moral seria. (De la remisión a una instancia ejemplar como fuente de toda razón y justicia).

   Laicidad responsable. Hoy que en la Argentina no hay un poder laical, y en que se usa “laicidad” para borrar lo sobrenatural del ámbito público porque - se dice - la única manera de hablar para que nos entiendan es hablar del derecho natural ( y cada vez nos entienden menos, evoco la ley del “homomonio”), es bueno recordar el clericalismo que Sacheri denunciaba y la sana laicidad que ejercía. Sin cacarear “la hora de los laicos”, como se hace con doble juego, ejerció y enseñó la recta doctrina mostrando el camino a los propios obispos, solito en la batalla, según veremos. Hizo, queridos amigos, lo que acaban de hacer Uds. en la más formidable batalla de los católicos argentinos que se recuerda desde 1955, digo la que acaban de librar gloriosa y derrotosa contra el “homomonio”, en que los católicos salieron detrás de sus obispos, al lado de sus obispos, o a pesar de sus obispos pero salieron, demostrando que el catolicismo sigue siendo la fuerza social más importante de la Argentina.
    Recuerdo que en esta última hubo excelencias reverendísimas que hicieron saber su voluntad de que no se saliera a la calle, y el pueblo católico los pasó por encima hasta que en la segunda oportunidad sus excelencias reverendísimas se debieron plegar. Así se hace. No hace falta ninguna orden para defender la Patria y la moral y la Iglesia, la orden ya está dada, y si el obispo traiciona peor para él.


   Una red.

   Sacheri era el centro en que confluía una cantidad impresionante de gente, de movimientos. Para ellos tenía la condición de hombre indiscutido, ante todo por su bondad, por su caridad inmensa. De otra parte como el intelectual pensador, profesor y escritor garante de la ortodoxia. De otra por su prudencia en la decisión y también en el consejo, pues se convertía en una especie de director espiritual laico que era consultado y que llevaba y dejaba siempre la palabra oportuna, sin trasportar las soluciones que él adoptaría en su caso a la que veía que el otro debía adoptar. Haciéndose débil con los débiles, comprendiendo, no haciendo alarde de coraje sino siendo prudente y valeroso como el que más.
No convocaba a ninguna cruzada imposible ni extranjerizante ni fuera de tiempo y lugar, enseñaba a ver la realidad y a ver lo que había que hacer. Predicaba más la reforma que la revolución, hablaba de las estructuras políticas y sociales pero propiciaba la reforma interior. Sabía que cualquier solución política debía tener detrás una sedimentación intelectual organizada.
   Para eso hay que superar las capillas, aplicar la caridad en serio y no poner el termómetro en quién es más ortodoxo y quién es más inteligente. Superar las diferencias no por desprecio de las necesarias distinciones intelectuales que los universitarios debemos hacer y que él hacía, sino porque esas diferencias están superadas por un amor grandote a la Argentina y a la Iglesia.
Y vio claro esto que yo, de parte de él si pudiera invocar algún mandato, se lo digo a Uds. hoy 18 de enero de 2010, chicos argentinos que aman la Patria y que aman la Iglesia.

“Sin sangre no hay redención” (Romanos 1, 26).

“Leía, hace unos días, un texto de San Pablo, de esos textos que son tan terriblemente simples de la Escritura y que uno nunca se cansará de meditarlos, y dice esto San Pablo hablando de la Redención: «Sin sangre no hay Redención». Yo no creo jugar a la fácil profecía –porque son hechos que ya se están dando en la realidad argentina–: en la Argentina de 1973 correrá mucha sangre, y si nosotros los católicos, universitarios católicos, no estamos dispuestos a dejar correr nuestra propia sangre en una militancia heroica, la Argentina será marxista y no será católica. En nuestras manos está eso. Sin sangre no hay Redención, y lo que vale en el orden estrictamente sobrenatural para el cual habla San Pablo de la Redención de Cristo, vale también para la Redención secular de una Argentina, de una sociedad tradicionalmente cristiana que debe reencontrarse definitivamente a sí misma en el sendero del cual la apartó el liberalismo de nuestros abuelos”.
“No me avergüenzo del Evangelio”






* El domingo 22 de diciembre de 1974, cuando venía de Misa en su automóvil con su mujer y sus siete hijos, el mayor de 14 años y tres amiguitos y se disponían a entrar a la casa, un automóvil se les apareó y le dispararon un solo tiro que destrozó su cabeza, su sangre empapó a todos y murió.
Es El Segundo que nos está hablando hoy a nosotros, los argentinos del Bicentenario.
¿Quién lo mató?
- Les prometí un comunicado muy importante de 553 palabras, firmado por los mismos que asesinaron a Genta… Pero vamos a El Tercero…

jueves, 25 de septiembre de 2014

Cuatro Mártires de los 70 (I) : Jordán Bruno Genta


Publicaremos (en 6 partes), en homenaje a cuatro grandes héroes y mártires de Cristo y de la Patria, una Conferencia de Héctor Hernández (San Rafael, IVE, 18 de enero de 2011), titulada: "CUATRO MÁRTIRES ARGENTINOS DE LOS ´70"





I. Cuatro argentinos



1. Genta



“Quien puede decir la verdad y la calla, será juzgado por Dios”
(San Justino mártir).
El Primero es Jordán Bruno Genta, nacido en Buenos Aires el 2 de octubre de 1909, hijo de padre ateo y anarquista (Carlos Luis), que tomó de un monje hereje esos nombres y no lo hizo bautizar, y de Carolina Coli, muerta muy joven, cuando nuestro héroe tenía 13 años. Eran tres hermanos.


Cursó el secundario en el Colegio Mariano Moreno, ingresó marxista en Filosofía y Letras en 1926, egresando en 1933 no ya en esa línea pero sí como una promesa para el ateísmo cultural argentino, como que se hizo discípulo dilecto de Francisco Romero. Tenía “una inteligencia poderosa, una pasión inflamada y una fuerza de liderazgo que cautivaba a quienes se acercaban a él” (Mario Caponnetto, “Biografía”).


Tuberculoso, luego de que ambos se graduaron se casó el 15 de febrero de 1934 con una condiscípula, María Lilia Losada, y debido a su enfermedad buscaron el clima cordobés de Bialet Masse, donde ella trabajó como maestra rural. Tuvieron dos hijos.


“Genta se nos va”. Estaba ocurriendo algo raro en Genta: su maestro Romero se da cuenta, y entonces envió a su cofrade Alejandro Korn, que andaba entonces por Córdoba, a rescatarlo ideológicamente, el cual le espetó consternado al joven esposo: “Genta, Ud. Se nos va”. Para retenerlo en las filas del ateísmo le ofrecieron sin éxito una beca en Francia. No hubo caso, y no sería la única vez que rechazaba irse de nuestra tierra.


Conversión. Es que la enfermedad favoreció que leyera a Platón y Aristóteles, ignorados en su Universidad de Buenos Aires, pero habría más…


Un año duró esa especie de retiro serrano y felizmente restablecido se radica en Paraná, Entre Ríos, profesando en cátedras que gana por concurso en la Universidad Nacional del Litoral y en el Instituto Nacional del Profesorado. “Buenos sacerdotes”, “laicos notables” y sobre todo la gracia, “hicieron lo suyo” (Antonio Caponnetto, Semblanza, p. 7); conoce la verdadera historia argentina, empieza a escribir, hasta que en 1940, - ya había tomado partido por la Cruzada Española encabezada por Franco contra el Comunismo (1936)-, Nuestro Primero recibe a los 30 años el santo bautismo en la Inmaculada Concepción de Santa Fe de la Vera Cruz y contrae el sacramento del matrimonio.


Con la crisis del sistema se avizora una salida política militar y pronuncia en el Círculo Militar de Buenos Aires dos conferencias (1941 y 1943), de las que brotan sus trabajos La formación de la inteligencia ético-política del militar argentino y La función militar en la existencia de la libertad. A partir de allí están trazadas las coordenadas de su pensamiento y su especificidad vocacional docente, centrada en las fuerzas armadas, donde obtuvo una influencia incomparable que ningún civil ni militar obtuvo en la Argentina y que ya les voy a contar.


- Queridos amigos universitarios: nuestra tarea de “pensar la Patria” según la doctrina del “orden natural y cristiano” implica asumir su doctrina de su brazo armado, sobre todo hoy en que después de Malvinas le ha sido amputado. Habrá que volver a justificar lo in-justificable porque es evidente: que la Argentina debe volver a tener fuerzas armadas. Empecemos hoy en esa tarea que es de todos, bajo la guía de Genta.


Designado interventor en la Universidad Nacional del Litoral, es desplazado, pasa a dirigir el Instituto Nacional del Profesorado Secundario en Buenos Aires, donde coloca el retrato de Juan Manuel, e inaugura la Escuela Superior del Magisterio, “tal vez la más importante de sus realizaciones pedagógicas”. Pero en 1945 es cesanteado en todos sus cargos y no vuelve a ocupar ninguna cátedra oficial, recluyéndose en una de filosofía, privada pero viva, hasta su muerte.


“Mi cátedra es mi palabra´.´Y también es mi vida. Mi palabra me compromete a mi solo. Yo no hablo respaldado por ninguna institución, ni por ninguna fuerza´”; - nos decía. “En efecto, - glosa Antonio Caponnetto- lo cuidaban los arcángeles” (Semblanza , p. 13/4)-


- Queridos amigos: En esta Argentina de 2011 en que casi no hay Universidad, el ejemplo de recluirse en su casa para construir en ella la verdadera, presidida por la teología y la filosofía, es de una actualidad absoluta.


Años después, echado de todas partes, cuenta Mario yerno y discípulo Caponnetto, que


“en la década de los cincuenta le fueron propuestos un decanato y el dictado de varias cátedras en la Universidad de Lisboa. Por la misma época tuvo oportunidad similar en la Universidad Autónoma de Gudalajara (México). Sin embargo, Genta no aceptó ninguna de estas propuestas. No deseaba abandonar el país en momentos que visualizaba difíciles” (Estudio preliminar a Combate,p. 13, nota 4).


Su respuesta en una ocasión fue: “si Dios dispone que uno rinda el testimonio entero, prefiero que me maten en mi Patria” (Gelonch Villarino, “Testimonio”, por Internet).


Retengan por favor lo del testimonio entero, porque tiene que ver con su teoría de la Patria.


En 1952, con más de 40 años, recibe a Cristo en la Eucaristía.


Sus ideas. Sinteticemos los grandes mensajes que trasmite Genta a estas jornadas: la función de la verdadera Universidad es “la contemplación de la Verdad inmutable y el cuidado del alma de la Nación” (Acerca de la libertad de enseñar y la enseñanza de la libertad, cit. por Caturelli, p. 865); el filósofo como el hombre que se prepara, socráticamente, para la muerte; la pedagogía de los grandes arquetipos como Sócrates el educador, Aristóteles el filósofo, San Francisco el hombre del amor, Don Quijote, el caballero, Shakespeare el artista, San Martín el soldado, Claudio Bernard el investigador; la teoría de la Patria que le lleva a preconizar un estilo militante y a reivindicar la verdadera historia y la función importantísima de sus fuerzas armadas.


¿No nos podrán decir que forzamos las cosas al exaltar a un tipo que mezcla todo relacionando a aquel Sócrates que prefirió morir a ser expatriado con Santo Tomás, con la filosofía, con la Universidad y con el Himno Nacional Argentino? (A esto último lo vamos a ver en seguida)…


Genta no completó su vocación metafísica, - dice Caturelli - pues la “postergó a sabiendas como un sacrificio personal, porque se consideraba llamado a cumplir una misión que le condujo a un compromiso inmediato. Los supuestos ya estaban dados y los llevó adelante con un coraje y una ´imprudencia´ [comillas grandotas] inauditos” (Historia de la filosofía en la Argentina, p. 867).


Este Veterano de la Guerra de Malvinas - ya se verá qué significa esto - les enseña a Uds., jóvenes argentinos y amigos vecinos:


Patria


“Ni Dios ni la Patria, ni la familia, son bienes que se eligen. Pertenecemos a ellos y debemos servirlos con fidelidad hasta la muerte. Desertar, olvidarlos o volverse en contra es traición, el mayor de los crímenes [...] Asumir conciencia de nuestro divino origen, de que Dios mismo ha venido en la carne para inmolarse en la Cruz por amor a los hombres; asumir conciencia de la verdadera historia de la Patria; saberse heredero, continuador y responsable de una gran empresa nacional y del honor familiar, es proclamar la nobleza de origen, el blasón del hidalgo, sea rico o pobre de bienes materiales. El general San Martín, como Don Quijote, era hidalgo pobre y expresión cabal del caballero cristiano” (p.457).


Brazo armado de la Patria


“Expresión carnal, concreta, viviente de la Patria en soberanía, son las Fuerzas Armadas; con ellas ingresa en la Historia Universal y con ellas perece. Misión específica de las Armas es la defensa de la unidad, de la integridad y del honor, así como de todo lo que es esencial y permanente en la Patria: los supremos intereses de la Nación. Y es la herencia sagrada del primer Ejército patricio que comandó don Cornelio Saavedra y del Ejército de la Independencia que organizó y condujo a la victoria el héroe nacional don José de San Martín” (p.461).


La discusión va más allá de refutar la concepción de “las fuerzas armadas para la democracia”, subordinadas a los políticos de turno. Como dice Orlando Gallo, las FFAA hacen al ser mismo de la Nación.
No se trata de un sector más o menos necesario en la vida del país que atiende a su defensa. Dado el pecado original, si no hay fuerzas armadas no hay soberanía, y si no hay soberanía, que es un atributo del Estado, no hay Estado argentino. Las FFAA son vertebrales. No son solamente necesarias para la defensa. Son, además, el sector más específico y típico de la comunidad política en el que se enseña a los ciudadanos el patriotismo y el amor a la bandera, sobre todo vivencialmente.


Y esto es así cualquiera sea la experiencia concreta que haya habido del tema en la Argentina. El Presidente Lula, de Brasil, lo dijo claramente: nos armamos - ¡y vaya si Brasil se arma!- porque como tenemos muchos bienes tenemos que defenderlos.


La Argentina está desarmada como parte de su rendición en la guerra de Malvinas. Pero sigamos con Genta.


Pedagogo del “Oh juremos con gloria morir”. Que no hay ninguna mezcla indebida de cosas que deban estar separadas lo enseña el P. Leonardo Castellani en una síntesis notabilísima que hizo de Genta. En la dedicatoria que el maestro cura le hizo al maestro laico al dedicarle el libro Martita Ofelia… lo categorizó como “el pedagogo del Oh juremos con gloria morir” (Edmundo Gelonch Villarino, “Jordán Bruno Genta: pedagogo del ¡oh juremos!”, Gladius, 58).


Frente a esto da vergüenza ajena oír que un gobernador provincial argentino haya propuesto de cambiar el Himno nacional proponiendo que diga “o juremos con gloria vivir”…


Legado. El día 26 de octubre de 1974, en la víspera de Cristo Rey, les enseñaba a Uds., nos enseñaba a todos:


“Acaso sea mejor para los hombres, y en especial para los cristianos, tener que vivir peligrosamente, expuestos a morir en cualquier momento. Digo que acaso sea mejor, porque aún antes del Cristianismo, el verdadero fundador de la filosofía en occidente, que fue Sócrates, enseñó que la filosofía es una preparación para la muerte. No hay, pues, otro modo de llegar a la Vida verdadera que recorrer el itinerario de Nuestro Señor Jesucristo” (Testamento político, que es una vergüenza que no se reedite, p. 25).


“La Argentina que yo quiero”. Y en ese mismo discurso les / nos decía también cuál era el prototipo de la Argentina que debemos construir:


“La Argentina que yo quiero es una Nación como aquella que ya existió, como aquella de 1848, 49, 59, cuando las más poderosas potencias del mundo, Inglaterra y luego Francia, una con Southern, la otra con Lepredour, firmaron con Arana, con Juan Manuel, los tratados más honrosos de la historia argentina. Yo quiero una Nación como aquella en la que un día todo el pueblo porteño fue convocado al puerto, y ante ese pueblo de varones y mujeres fuertes, entró en la rada la fragata inglesa Sharpy, arrió el pabellón inglés, enarboló el pabellón argentino y lo saludó con veintiún cañonazos. Esa Argentina de señores, que obligaba a un trato de señores a los poderosos de la Tierra” (Testamento político, p. 45)…


La señal del cristiano. Al día siguiente de habernos dejado estas enseñanzas, cumplido su deber de universitario y de patriota, redondea la obra de su vida: se disponía a alabar a Dios en la Santa Misa para después hacer la obra de justicia y caridad de visitar a su hijo enfermo crónico y siempre internado. Va a cruzar la calle Céspedes y le tiran 11 balazos, aciertan 9, y su último gesto es, ¿cuál el último gesto de nuestro primer mártir argentino de los ´70? Un intento de señal de la cruz… La señal del cristiano fue el último gesto de Genta… Cayó bajo los árboles que “se entreveían mientras él daba sus clases”, a pocos metros (A. Caponnetto, Semblanza, p. 25).


“He librado el buen combate..”.


Ése fue el primero de los grandes cuatro mártires argentinos de los años ´70.


¿Quién lo mató?


Ya veremos un comunicado espeluznante de sólo 553 palabras …, firmado por el Ejército de Liberación 22 de agosto.