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jueves, 25 de septiembre de 2014

Cuatro Mártires de los 70 (I) : Jordán Bruno Genta


Publicaremos (en 6 partes), en homenaje a cuatro grandes héroes y mártires de Cristo y de la Patria, una Conferencia de Héctor Hernández (San Rafael, IVE, 18 de enero de 2011), titulada: "CUATRO MÁRTIRES ARGENTINOS DE LOS ´70"





I. Cuatro argentinos



1. Genta



“Quien puede decir la verdad y la calla, será juzgado por Dios”
(San Justino mártir).
El Primero es Jordán Bruno Genta, nacido en Buenos Aires el 2 de octubre de 1909, hijo de padre ateo y anarquista (Carlos Luis), que tomó de un monje hereje esos nombres y no lo hizo bautizar, y de Carolina Coli, muerta muy joven, cuando nuestro héroe tenía 13 años. Eran tres hermanos.


Cursó el secundario en el Colegio Mariano Moreno, ingresó marxista en Filosofía y Letras en 1926, egresando en 1933 no ya en esa línea pero sí como una promesa para el ateísmo cultural argentino, como que se hizo discípulo dilecto de Francisco Romero. Tenía “una inteligencia poderosa, una pasión inflamada y una fuerza de liderazgo que cautivaba a quienes se acercaban a él” (Mario Caponnetto, “Biografía”).


Tuberculoso, luego de que ambos se graduaron se casó el 15 de febrero de 1934 con una condiscípula, María Lilia Losada, y debido a su enfermedad buscaron el clima cordobés de Bialet Masse, donde ella trabajó como maestra rural. Tuvieron dos hijos.


“Genta se nos va”. Estaba ocurriendo algo raro en Genta: su maestro Romero se da cuenta, y entonces envió a su cofrade Alejandro Korn, que andaba entonces por Córdoba, a rescatarlo ideológicamente, el cual le espetó consternado al joven esposo: “Genta, Ud. Se nos va”. Para retenerlo en las filas del ateísmo le ofrecieron sin éxito una beca en Francia. No hubo caso, y no sería la única vez que rechazaba irse de nuestra tierra.


Conversión. Es que la enfermedad favoreció que leyera a Platón y Aristóteles, ignorados en su Universidad de Buenos Aires, pero habría más…


Un año duró esa especie de retiro serrano y felizmente restablecido se radica en Paraná, Entre Ríos, profesando en cátedras que gana por concurso en la Universidad Nacional del Litoral y en el Instituto Nacional del Profesorado. “Buenos sacerdotes”, “laicos notables” y sobre todo la gracia, “hicieron lo suyo” (Antonio Caponnetto, Semblanza, p. 7); conoce la verdadera historia argentina, empieza a escribir, hasta que en 1940, - ya había tomado partido por la Cruzada Española encabezada por Franco contra el Comunismo (1936)-, Nuestro Primero recibe a los 30 años el santo bautismo en la Inmaculada Concepción de Santa Fe de la Vera Cruz y contrae el sacramento del matrimonio.


Con la crisis del sistema se avizora una salida política militar y pronuncia en el Círculo Militar de Buenos Aires dos conferencias (1941 y 1943), de las que brotan sus trabajos La formación de la inteligencia ético-política del militar argentino y La función militar en la existencia de la libertad. A partir de allí están trazadas las coordenadas de su pensamiento y su especificidad vocacional docente, centrada en las fuerzas armadas, donde obtuvo una influencia incomparable que ningún civil ni militar obtuvo en la Argentina y que ya les voy a contar.


- Queridos amigos universitarios: nuestra tarea de “pensar la Patria” según la doctrina del “orden natural y cristiano” implica asumir su doctrina de su brazo armado, sobre todo hoy en que después de Malvinas le ha sido amputado. Habrá que volver a justificar lo in-justificable porque es evidente: que la Argentina debe volver a tener fuerzas armadas. Empecemos hoy en esa tarea que es de todos, bajo la guía de Genta.


Designado interventor en la Universidad Nacional del Litoral, es desplazado, pasa a dirigir el Instituto Nacional del Profesorado Secundario en Buenos Aires, donde coloca el retrato de Juan Manuel, e inaugura la Escuela Superior del Magisterio, “tal vez la más importante de sus realizaciones pedagógicas”. Pero en 1945 es cesanteado en todos sus cargos y no vuelve a ocupar ninguna cátedra oficial, recluyéndose en una de filosofía, privada pero viva, hasta su muerte.


“Mi cátedra es mi palabra´.´Y también es mi vida. Mi palabra me compromete a mi solo. Yo no hablo respaldado por ninguna institución, ni por ninguna fuerza´”; - nos decía. “En efecto, - glosa Antonio Caponnetto- lo cuidaban los arcángeles” (Semblanza , p. 13/4)-


- Queridos amigos: En esta Argentina de 2011 en que casi no hay Universidad, el ejemplo de recluirse en su casa para construir en ella la verdadera, presidida por la teología y la filosofía, es de una actualidad absoluta.


Años después, echado de todas partes, cuenta Mario yerno y discípulo Caponnetto, que


“en la década de los cincuenta le fueron propuestos un decanato y el dictado de varias cátedras en la Universidad de Lisboa. Por la misma época tuvo oportunidad similar en la Universidad Autónoma de Gudalajara (México). Sin embargo, Genta no aceptó ninguna de estas propuestas. No deseaba abandonar el país en momentos que visualizaba difíciles” (Estudio preliminar a Combate,p. 13, nota 4).


Su respuesta en una ocasión fue: “si Dios dispone que uno rinda el testimonio entero, prefiero que me maten en mi Patria” (Gelonch Villarino, “Testimonio”, por Internet).


Retengan por favor lo del testimonio entero, porque tiene que ver con su teoría de la Patria.


En 1952, con más de 40 años, recibe a Cristo en la Eucaristía.


Sus ideas. Sinteticemos los grandes mensajes que trasmite Genta a estas jornadas: la función de la verdadera Universidad es “la contemplación de la Verdad inmutable y el cuidado del alma de la Nación” (Acerca de la libertad de enseñar y la enseñanza de la libertad, cit. por Caturelli, p. 865); el filósofo como el hombre que se prepara, socráticamente, para la muerte; la pedagogía de los grandes arquetipos como Sócrates el educador, Aristóteles el filósofo, San Francisco el hombre del amor, Don Quijote, el caballero, Shakespeare el artista, San Martín el soldado, Claudio Bernard el investigador; la teoría de la Patria que le lleva a preconizar un estilo militante y a reivindicar la verdadera historia y la función importantísima de sus fuerzas armadas.


¿No nos podrán decir que forzamos las cosas al exaltar a un tipo que mezcla todo relacionando a aquel Sócrates que prefirió morir a ser expatriado con Santo Tomás, con la filosofía, con la Universidad y con el Himno Nacional Argentino? (A esto último lo vamos a ver en seguida)…


Genta no completó su vocación metafísica, - dice Caturelli - pues la “postergó a sabiendas como un sacrificio personal, porque se consideraba llamado a cumplir una misión que le condujo a un compromiso inmediato. Los supuestos ya estaban dados y los llevó adelante con un coraje y una ´imprudencia´ [comillas grandotas] inauditos” (Historia de la filosofía en la Argentina, p. 867).


Este Veterano de la Guerra de Malvinas - ya se verá qué significa esto - les enseña a Uds., jóvenes argentinos y amigos vecinos:


Patria


“Ni Dios ni la Patria, ni la familia, son bienes que se eligen. Pertenecemos a ellos y debemos servirlos con fidelidad hasta la muerte. Desertar, olvidarlos o volverse en contra es traición, el mayor de los crímenes [...] Asumir conciencia de nuestro divino origen, de que Dios mismo ha venido en la carne para inmolarse en la Cruz por amor a los hombres; asumir conciencia de la verdadera historia de la Patria; saberse heredero, continuador y responsable de una gran empresa nacional y del honor familiar, es proclamar la nobleza de origen, el blasón del hidalgo, sea rico o pobre de bienes materiales. El general San Martín, como Don Quijote, era hidalgo pobre y expresión cabal del caballero cristiano” (p.457).


Brazo armado de la Patria


“Expresión carnal, concreta, viviente de la Patria en soberanía, son las Fuerzas Armadas; con ellas ingresa en la Historia Universal y con ellas perece. Misión específica de las Armas es la defensa de la unidad, de la integridad y del honor, así como de todo lo que es esencial y permanente en la Patria: los supremos intereses de la Nación. Y es la herencia sagrada del primer Ejército patricio que comandó don Cornelio Saavedra y del Ejército de la Independencia que organizó y condujo a la victoria el héroe nacional don José de San Martín” (p.461).


La discusión va más allá de refutar la concepción de “las fuerzas armadas para la democracia”, subordinadas a los políticos de turno. Como dice Orlando Gallo, las FFAA hacen al ser mismo de la Nación.
No se trata de un sector más o menos necesario en la vida del país que atiende a su defensa. Dado el pecado original, si no hay fuerzas armadas no hay soberanía, y si no hay soberanía, que es un atributo del Estado, no hay Estado argentino. Las FFAA son vertebrales. No son solamente necesarias para la defensa. Son, además, el sector más específico y típico de la comunidad política en el que se enseña a los ciudadanos el patriotismo y el amor a la bandera, sobre todo vivencialmente.


Y esto es así cualquiera sea la experiencia concreta que haya habido del tema en la Argentina. El Presidente Lula, de Brasil, lo dijo claramente: nos armamos - ¡y vaya si Brasil se arma!- porque como tenemos muchos bienes tenemos que defenderlos.


La Argentina está desarmada como parte de su rendición en la guerra de Malvinas. Pero sigamos con Genta.


Pedagogo del “Oh juremos con gloria morir”. Que no hay ninguna mezcla indebida de cosas que deban estar separadas lo enseña el P. Leonardo Castellani en una síntesis notabilísima que hizo de Genta. En la dedicatoria que el maestro cura le hizo al maestro laico al dedicarle el libro Martita Ofelia… lo categorizó como “el pedagogo del Oh juremos con gloria morir” (Edmundo Gelonch Villarino, “Jordán Bruno Genta: pedagogo del ¡oh juremos!”, Gladius, 58).


Frente a esto da vergüenza ajena oír que un gobernador provincial argentino haya propuesto de cambiar el Himno nacional proponiendo que diga “o juremos con gloria vivir”…


Legado. El día 26 de octubre de 1974, en la víspera de Cristo Rey, les enseñaba a Uds., nos enseñaba a todos:


“Acaso sea mejor para los hombres, y en especial para los cristianos, tener que vivir peligrosamente, expuestos a morir en cualquier momento. Digo que acaso sea mejor, porque aún antes del Cristianismo, el verdadero fundador de la filosofía en occidente, que fue Sócrates, enseñó que la filosofía es una preparación para la muerte. No hay, pues, otro modo de llegar a la Vida verdadera que recorrer el itinerario de Nuestro Señor Jesucristo” (Testamento político, que es una vergüenza que no se reedite, p. 25).


“La Argentina que yo quiero”. Y en ese mismo discurso les / nos decía también cuál era el prototipo de la Argentina que debemos construir:


“La Argentina que yo quiero es una Nación como aquella que ya existió, como aquella de 1848, 49, 59, cuando las más poderosas potencias del mundo, Inglaterra y luego Francia, una con Southern, la otra con Lepredour, firmaron con Arana, con Juan Manuel, los tratados más honrosos de la historia argentina. Yo quiero una Nación como aquella en la que un día todo el pueblo porteño fue convocado al puerto, y ante ese pueblo de varones y mujeres fuertes, entró en la rada la fragata inglesa Sharpy, arrió el pabellón inglés, enarboló el pabellón argentino y lo saludó con veintiún cañonazos. Esa Argentina de señores, que obligaba a un trato de señores a los poderosos de la Tierra” (Testamento político, p. 45)…


La señal del cristiano. Al día siguiente de habernos dejado estas enseñanzas, cumplido su deber de universitario y de patriota, redondea la obra de su vida: se disponía a alabar a Dios en la Santa Misa para después hacer la obra de justicia y caridad de visitar a su hijo enfermo crónico y siempre internado. Va a cruzar la calle Céspedes y le tiran 11 balazos, aciertan 9, y su último gesto es, ¿cuál el último gesto de nuestro primer mártir argentino de los ´70? Un intento de señal de la cruz… La señal del cristiano fue el último gesto de Genta… Cayó bajo los árboles que “se entreveían mientras él daba sus clases”, a pocos metros (A. Caponnetto, Semblanza, p. 25).


“He librado el buen combate..”.


Ése fue el primero de los grandes cuatro mártires argentinos de los años ´70.


¿Quién lo mató?


Ya veremos un comunicado espeluznante de sólo 553 palabras …, firmado por el Ejército de Liberación 22 de agosto.

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