A. El primer requisito. La muerte dolosamente causada por otro.
Es evidente que con los cuatro se cumple el primer requisito. Los cuatro fueron
muertos por otros hombres, en forma dolosa.
Es un hecho que Genta, Sacheri y Amelong fueron asesinados con armas de fuego,
y que grupos guerrilleros se autoadjudicaron el hecho.
Y si destinamos un párrafo a Larrabure es porque Página 12 y otros órganos
proguerrilleros, que alguno por lo menos es subsidiado por Su Majestad
Británica, según veremos, han querido introducir dudas, diciendo que Larrabure
se habría suicidado.
Esto no es cierto por las siguientes razones: 1) El ERP tenia el medio de
comprobar fehacientemente que no lo mataron ellos, sacando fotografías, que de
hecho sacaron no pocas a Larrabure en su largo cautivero, y no lo hicieron. 2)
La explicación que años después le da Luis Mattini, seudónimo de Arnold Bremen,
jefe del ERP después de la muerte de sus primeros Santucho y Arteaga, es
totalmente inconvincente, y no aplicaron sanciones. (Libro Símbolos y
fantasmas, de Germán Ferrari, Sudamericana, Buenos Aires,2009, p. 81). 3)
Veremos que Larrabure no tenía fuerzas ni espacio para suicidarse. 4) Los
peritos dicen que lo asesinaron. Presumiblemente le aplicaron una especie de
mazazo, antes o después lo habrían anestesiado con alcohol, y lo estrangularon.
B. El segundo requisito
Que los cuatro refieren su vida a Dios, y refieren a él todo lo que hacen,
especialmente cuando arrecia el combate y su hora decisiva, y lo hacen
asumiendo la muerte como altamente probable, es indiscutido, lo que empieza a
autorizar que mueren por la fe, el segundo requisito.
Que los cuatro se caracterizan por su doctrina y práctica católica es
indudable. Su confianza en Dios aumenta con el peligro.
Que no murieron por ninguna razón detectable que sea algo distinto de una
cuestión ideológicopolítica ligada a la religión o a la política o a la vida
moral que ellos ligan a la religión, es indudable. No aparece otra razón.
Veamos con algún detenimiento.
1. Genta y Sacheri.
El comunicado de las 553 palabras. Les prometí hablar de un comunicado de 553
palabras y voy a cumplir ahora. Cuando lo matan al Segundo, que es nota de tapa
de la revista Cabildo, después que mataron al Primero, que también fue nota de
tapa de la revista Cabildo, al director Ricardo Curutchet le hacen llegar un
comunicado que se atribuye los asesinatos. (Y amenazan a Curutchet de paso…).
“Sr. Director de la revista Cabildo don Ricardo Curutchet. ¡Presente! Carísimo
hermano en Cristo Rey: nos dirigimos a Ud. con la confianza que nos dan los dos
contactos mantenidos con la comunidad nacionalista católica y la revista
Cabildo, su más digno exponente, en las personas de los queridísimos aunque
extintos profesores Jordán B. Genta y Carlos A. Sacheri. Nos guía la certeza de
que seremos atendidos por Usted con la caridad cristiana que ilumina cual
antorcha sagrada, su cosmovisión escolástica, virtud ésta enseñada por Cristo y
de la que fueron devotos fervorosos Santo Tomás y San Agustín…”.
Y sigue consignando que ambos fueron muertos en la fiesta de Cristo Rey, sólo
que uno según correspondía al viejo rito, otro según el nuevo. Se mofan de la
fe.
Hay un dato decisivo: el texto usa fraseología de un conocedor de las cosas de
la fe católica, y en 553 palabras, 17 veces se menciona a Cristo y 7 veces a
Cristo Rey.
En la doctrina del segundo requisito, y dado que debe tratarse de una muerte
por causa de la fe, se exige lo que se llama el odium fidei. El odio a la fe
aquí está clarísimo.
Benedicto XVI. “Aunque el motivo que impulsa al martirio sigue siendo el mismo
y tiene en Cristo su fuente y modelo, han cambiado los contextos culturales del
martirio y las estrategias ´ex parte persecutoris´, - enseña el Papa actual-
que cada vez trata de manifestar de modo menos explícito su aversión a la fe
cristiana o a un comportamiento relacionado con las virtudes cristianas, pero
que simula diferentes razones, por ejemplo, de naturaleza política o social.
Ciertamente, es necesario recoger pruebas irrefutables sobre la disponibilidad
al martirio, como derramamiento de la sangre, y sobre su aceptación por parte
de la víctima, pero también es necesario que aflore directa o indirectamente,
aunque siempre de modo moralmente cierto, el ´odium fidei´ del perseguidor. Si
falta este elemento, no existirá un verdadero martirio según la doctrina
teológica y perenne de la Iglesia”. (L´Osservatore romano, ed. Española,
5-V-2006, p. 6).
Pareciera que el odium fidei de los firmantes del comunicado está clarísimo, y
que la mofa respecto de la religión lo refuerza. Está clarísimo que hay una
pluma religiosa resentida detrás. El comunicado es firmado por “Ejército de
Liberación 22 de agosto”.
Es cuestionable que haya sido ese u otro grupo guerrillero, pero, si no lo
fuera, la otra hipótesis ha sido que fueran los servicios de inteligencia del
Estado, que responderían a López Rega. Recuérdese que la denuncia de Genta y de
Sacheri y de Cabildo contra el gobierno de entonces (aunque los sacherianos
matizaran y distinguieran y no denostaran al peronismo en bloque) eran
contundentes, con López Rega en la tapa, y que Cabildo fue clausurada
reiteradamente y lo mismo las revistas subrogantes. Asimismo, no hay que
olvidar que entre los motivos de ataque al “Brujo” estaba su oposición al
catolicismo y a un altar de la Patria anticatólico. Además, Sacheri en La
Iglesia clandestina denunciaba una Logia Anael a la que se vinculaba López
Rega. (Pero por otro lado circula otra versión que vincula ambas muertes a un
grupo montonero… no sé…).
Edmundo Gelonch Villarino recabó la opinión de un sacerdote y profesor
universitario amigo y no pudo menos que dictaminar:
“El escrito es blasfemo. Agravado, además, por erl hecho de que quienes lo
escriben conocen muy a fondo el contenido de la fe católica. Tiene la gravedad
de la blasfemia que puede considerarse como ´odium fidei´”.
Otro sacerdote, Superior General y autor de libros de teología, dictamina a
pedido del profesor Gelonch:
“Estimo que se trata de un sarcasmo demoníaco, que implica el ´odium fidei´”
Aparte del comunicado. Si la militancia de Genta y Sacheri y lo que pensaban y
representaban y cómo lo representaban, es indudable, y hay total ausencia de
todo otro motivo razonable que no fuese directamente la fe para su martirio, es
evidente que las distintas probables fuentes de su muerte registran su
animosidad contra la fe.
Nos parece, pues, de toda razonabilidad decir que el segundo requisito se
cumple en ellos acabadamente.
Genta y Sacheri mueren, según el comunicado de sus matadores, por Cristo Rey.
Y la única explicación posible de sus muertes, aún si pudiera prescindirse del
comunicado, es que murieron por aquello de que habían hecho una empresa en sus
vidas. Por la divulgación de la verdad católica, en la que nadie ha podido ni
podrá encontrarles defección ni heterodoxia alguna, por la eficacia con que lo
hicieron, y por el modo de combatir lo que se opone a la fe católica.
Ellos representaban la doctrina de la fe católica, y la representaban con
autenticidad personal y con eficacia.
Por la fe católica que incluye la Doctrina Social de la Iglesia, y que sólo
puede negar quien niegue el Reinado Social de Cristo. Lo que implica que dicha
doctrina está incluida, en sentido amplio, en la Fe Católica.
Quienes niegan que la Iglesia tenga, en virtud de su función, una doctrina a
aplicar obligatoriamente en el orden social, tienen una concepción protestante
de la misma, una iglesia reducida a una sociedad más, a un conjunto de fieles
que no es sociedad perfecta o soberana, persona necesaria de derecho público.
En ese sentido, habiendo refutado en mi libro Sacheri… las observaciones del
profesor Bosca, que atribuía las muertes de nuestros grandes a una interna
peronista, a ese capítulo me remito y pongo de relieve el apartamiento del mismo
respecto de la Doctrina Social de la Iglesia, al seguir la filosofía del
liberal Hayeck (capítulo 26 del libro).
Lo propio de Genta y de Sacheri sería, si es así, una muerte directa por la fe,
y no indirecta.
De todos modos, si así no fuese y se hablase de causas políticas, es evidente
que ellos encararon toda su política bajo relación a la fe. Vía indirecta.
Morir por la república, “el más alto de los bienes humanos”, según enseñanza de
Tomás de Aquino.
Quizá convenga detenerse brevemente en recapitular algo sabido y que es
presupuesto de lo que diremos. Si nosotros admitimos – como lo hacemos - estas
dos verdades de derecho, a saber que la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo
y que ella constituye la religión verdadera, y si admitimos la verdad de hecho
de que tanto el Ejército Revolucionario del Pueblo como los Montoneros, a pesar
de sus diversos orígenes, eran materialistas, marxistas, que preconizaban la
lucha de clases y el advenimiento del socialismo, alineándose además bajo la
égida de Cuba y a través de ella a Rusia, incursos en la calificación de tal
doctrina y en tanto consecuente con la doctrina, movimiento intrínsecamente
perverso, hay que decir que ellos deberían ver lógicamente como a sus enemigos
a la auténtica fe católica y a sus egregios representantes.
“Permanecer firme en la verdad y la justicia contra los asaltos de la
persecución” (Hedde, Dictionnaire de Theologie catholique, y 2-2, 124, 1,c). Se
requiere para la palma del martirio “el odio a la fe o a toda buena obra
realizada en relación a la fe, sea en el matador, sea en el acusador, sin
importar que éstos sean católicos o no”. “Es necesario de parte del perseguidor
el odio de la fe o de toda buena obra en tanto que dirigida por la fe del
Cristo” (DTC, col. 226).
“No es necesario que el perseguidor se haya decidido a matarlo por el odio a la
fe: es posible que él crea castigar un verdadero crimen imputado
calumniosamente a la víctima. Es necesario entonces probar que el acusador
procedió por odio a la fe. El caso se presentó en los primeros tiempos del
cristianismo, porque los cristianos eran acusados por sus enemigos de toda
suerte de crímenes odiosos” (col. 226). El motivo de fondo debe ser la fe.
Nerón invocó el incendio de Roma (col. 226).
De hecho, como he comprobado en el libro, los dirigentes de ambos movimientos,
ERP y Montoneros, le dan la razón a Sacheri ( y a Genta y a Caturelli y al
Episcopado) cuando consideran al tercermundismo como cercano a ellos y una
posible vía de trabajo conjunto con la Iglesia infiltrados en la Iglesia.
Así las cosas, las figuras de Amelong y de Larrabure fueron para ellos como el
paradigma de lo que ellos, que también defendían doctrinariamente el odio,
odiaban. Diríase que el comunista coherente y militante el odium fidei a lo
católico es algo consubstancial. Lo que exigiría, a los fines de nuestra
prueba, acreditar simplemente que eran tales, comunistas coherentes en lucha.
Ahí están las cosas. El Ejército Peronista Montonero mató a Amelong, y el
Ejército Revolucionario del Pueblo, luego de infinitas torturas, liquidó a
Larrabure, y ambos previeron las cosas, perdonaron y mandaron a sus familias
perdonar, y murieron santamente.
El amigo de Amelong Pedro Aznárez me decía el 7 de octubre de 2010 que
“la figura de Raúl reunía todos los requisitos para que lo mataran. Católico
militante. Funcionario de la empresa Acíndar, que participaba en las
negociaciones con los obreros, siendo Subgerente de control de calidad. Socio
del Jockey Club (aunque explotando sobre todo la veta deportiva del hipismo de
una institución que los revolucionarios suelen considerar digna de las más
potentes bombas), con un hijo militar y una hija monja. Además, él había estado
un año posterior a su servicio militar como teniente de reserva. Estoy seguro
que él llegó a la conclusión de que era inevitable que lo mataran”.
Con su hijo subteniente combatiente en Tucumán contra la guerrilla y ahora
condenado a perpetua por la inconstitucional revancha de dicha guerrilla en la
justicia federal, (el juicio de “inconstitucional” lo copio del propiísimo Juez
de la Corte Suprema el socialista Dr. Carlos Fayt, que acusa a sus cofrades de
aplicar “el derecho penal del enemigo”), apostaban a quién de los dos iban a
matar antes los guerrilleros. El padre, jocosa pero realísticamente se
“autocandidateaba” – si se me permite la expresión- , invocando su condición de
dirigente de una empresa importante como Acíndar, el otro por ser militar. Ya
veremos el resultado de la apuesta.
Maruja Amelong, la viuda de Raúl, le trasmitió ciertas prevenciones a su hijo
Javier sobre su entrevista conmigo, porque yo anduve escribiendo “cosas que
dice el P. Samuel de nosotros y que no son ciertas”. ¿Qué acusación escribí
contra ellos? Y el 9 de octubre a la noche, habiendo releído el capítulo sobre
su esposo en mi libro Sacheri…y una versión previa de esta conferencia, me
habló para puntualizarme una serie de cosas. No quiere que repita ningún elogio
que hizo el P. Samuel sobre ella. Su esposo era un santo.
3. Larrabure
Y en cuanto a Larrabure, que es “el enemigo militar”, encontré un texto del
“Che” Guevara al respecto, que lo resume todo: “la liquidación del ejército
como el verdadero principio de la democracia (si el aforismo no existe, lo creo
yo)” (Carta a su madre, 4 de julio de 1954, según Jorge Castañeda, La vida en
rojo ... p.97). Esto resume y rezuma el odio visceral que tienen los comunistas
contra las fuerzas armadas y de seguridad, el holocausto de servidores del
orden que cometieron, y la actual política judicial de benignidad máxima y
abolicionismo penal contra los delincuentes y mano dura contra los policías, de
la que he tenido experiencia como defensor. Casi siempre el que termina
procesado es el policía, y sobreseído el infractor, en lo cual convergen la vertiente
comunista y la vertiente abolicionista.
Y ahora pasemos al tercer requisito, la aceptación religiosa de la muerte, lo
cual exige, previamente, que la misma se viera como probable o se previera.
C. La aceptación religiosa de la muerte (Tercer requisito)
A los fines del tercer requisito nos preguntamos: ¿nuestros cuatro héroes
argentinos de los ´70 conocieron y asumieron la muerte que tuvieron, la
aceptaron cristianamente?
Ya vimos lo que dijo el día anterior. Vivió enseñando el tema. “Nos enseñó a
vivir alertas, a salir de casa rezando”, porque esperábamos el balazo o la
explosión de la bomba terrorista que nos amenazaba a cada movimiento. Ya había
sufrido despidos y cárceles (persecución religiosa de 1954).
A nuestro Esteban, unos guerrilleros que ya habían matado mucha gente, (“perro
que ladra no muerde” pero los que amenazaban cumplían) lo torturaban invariable
y telefónicamente (testimonio de Lis) diciéndole que le iba a pasar lo que al
Almirante Quijada… el que ya había sido liquidado…Una tortura… Y ya vimos lo
que siguió haciendo. “Imprudentemente”…, comilleó Caturelli...
El 30-VIII-1974 dijo en Cordoba: “Si Dios me pide el testimonio entero, le pido
que me maten rápidamente, porque no creo tener fuerzas para soportar la tortura.
Pero no es a la muerte a lo que más temo, sino a […] enfrentar al Justo Juez
con la carga de todos mis pecados”.
De Jordán Bruno Genta puedo testimoniar - sigue Gelonch, de quien es la cita
anterior,
“la disponibilidad al martirio, como por ejemplo, el derramamiento de sangre y
su aceptación por parte de la víctima, que recomienda documentar el Papa
Benedicto, para las causas de los mártires”.
Ya hemos dicho que Genta rechazó toda posibilidad de irse al extranjero…
“Porque los judíos piden señales, los griegos buscan sabiduría, mientras que
nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos, locura
para los gentiles...”
( 1 Corintios, 1, 22).
Él sabía lo que le podía pasar…
2. Sacheri.
Ya había dado Genta “el testimonio completo”. Carlos estaba presidiendo una
reunión del Tercer IPSA Regional en Corrientes en el salón parroquial de la
Iglesia de Jesús Nazareno:
“Le interrogaron si no sentía temor. Entonces el Dr. Sacheri les respondió: «yo
sé que para mí tienen preparado algo similar [a lo de Genta], pero las amenazas
y esa posibilidad no me harán declinar en esta lucha por Dios y por la Patria»”
(Testimonio de Miguel Ángel Aguilar).
Muerto Genta, en su casa se le oyó decir “el próximo soy yo”.
Enrique le fue con una lista de amenazados, que empezaba por Genta… con quien
ya habían cumplido, y después venía Sacheri… y después Enrique… Ya había
enseñado que no hay que agrandar al enemigo, que el terrorismo paraliza los
reflejos, que hay que reaccionar… “No les des bolilla…”, fueron sus palabras, y
siguió predicando hasta morir. Aceptó lo que con alta probabilidad, podía
suceder.
En el libro relato que a Sacheri le recomendaron que se cuidara, que no se
exhibiera tanto. Tomó alguna precaución, pero por poco tiempo.
Testimonia Gelonch, de nuevo:
“Tengo la certeza moral de que él [por Sacheri] como muchos filósofos católicos
sometidos a persecuciones y amenazas, que no retrocedimos en nuestra obligación
de dar doctrina en fidelidad al Magisterio, sabía a lo que estábamos expuestos,
todos y habitualmente”.
El que habla – Gelonch- es un amenazado que no le hurtó el cuerpo, igual que
Caturelli, a quien le pusieron una bomba detectada a tiempo. Y sigue Gelonch
ambientándonos en la época:
“Los atentados terroristas documentados en archivos judiciales, por aquellos
años setenta, superan los 22.000, con miles de muertos y mutilados a manos de
terroristas […] ¿Quién, como Sacheri, que adoptara una actitud definida en pro
de los principios cristianos, odiados por el terrorismo, podía actuar y no
saber a qué consecuencias se exponía?¿Quién podía escribir y publicar libros
como La Iglesia clandestina o El orden natural, sin aceptar, aun tácitamente,
las sentencias de muerte dictadas por los “tribunales populares revolucionarios”
del terrorismo marxista? De hecho, quienes se relacionaban más con Sacheri, lo
preveían. Cuando volvíamos de rezar la última despedida del féretro de Genta, a
media tarde del 28 de octubre de 1974, en el Cementerio de La Chacarita, y
caminábamos hacia la salida, alguien dijo: “ahora, el próximo es Sacheri´,
probabilidad a la que asentimos todos los que formábamos el pequeño grupo. De
ellos solamente recuerdo con certeza a Néstor Rocha, que ya falleció”.
“Pero en todo esto salimos vencedores
gracias a aquel que nos amó”
(Romanos, 8, 36 ss)
Él sabía…
3. Amelong
El 6-X-2010, Maruja Amelong me dijo que no es cierto que él rechazara
sistemáticamente ser trasladado en avión o helicóptero desde el barrio de
Fisherton, al norte de Rosario, hasta Villa Constitución (como lucía en otro
testimonio), sino que ese día sobraba uno para transportar por avión o
helicóptero, es decir que faltaba un lugar, y él, caritativamente, se borró y
viajó en su auto. Pero su hija Inés me testimonia que él sistemáticamente la
llevaba a ella en auto a la Facultad, e iba sin custodia y sin armas, manejando
su Torino.
La empresa llevaba indistintamente a sus altos empleados desde Fisherton a
Villa Constitución en avión, helicóptero y barco, pero él rehusó muchas veces
estas garantías.
Desde que vio que lo matarían se encomendó a Dios y perdonó a sus eventuales
matadores. Ese día en que lo matan iba conduciendo su Torino llevando a su hija
Inés a la Facultad, junto con una amiga, Elena. Inés salió lesionada gravísima,
estuvo internada.
Contra Amelong se había atentado dos veces antes, la primera los Monto se
quedaron embarrados en una calle lateral y la segunda se les escapó gracias a
su habilidad conductiva.
Lo que me dijo su hijo lo confirma parcialmente el diario La Prensa, de Buenos
Aires, en su ejemplar del 5-VI-75:
“el Ingeniero Amelong siempre se había negado a portar armas o aceptar
custodia, señalándose que en diversas oportunidades afirmó que ´confiaba en la
Divina Providencia y que si algún día le tocaba morir en forma violenta,
rogaría a Dios para que perdonara a sus asesinos”.
El 7 de octubre de 2010 su viuda me explica que en aquel entonces ella leyó lo
de La Prensa y que ella quería ahondar en el dato. Y al mes de su
fallecimiento, en la Misa que por razones de seguridad les celebraba el P.
Samuel Martino que se iba hasta el Barrio interno de Acíndar en la casa de
Pedro, le pregunta el asunto y éste le cuenta:
“un día miércoles en que se reúne a almorzar la plana mayor de la fábrica con
el Ingeniero Acevedo se habló, como tantas veces, de la situación peligrosísima
que se vivía. Y éste preguntó a cada uno qué haría cada uno si los atacaban. El
Ingeniero Amelong clavó la mirada en su plato y dijo: ´pediría cinco minutos
para poder perdonar a quien me ataque´.
A riesgo de reincursionar ahora en el segundo requisito, es decir la prueba de
que Amelong cumplió con las virtudes comunes de su cargo refiriéndolas todas a
Dios, hay que sintetizar lo que me reportó su hijo Javier que el padre dejó
instalado en la casa:
“Si te dicen que te vas a morir en una hora, ¿qué harías? – Seguiría jugando.
Hay que hacer lo que tengo que hacer. Se puede tener miedo pero no obrar por
miedo, en actitud cobarde. Lo único que falta es que nos dejemos llevar por lo
que estos tipos quieren. Siempre nos enseñó eso”.
Lo cierto es que el clima de perdón se vivió en la familia, pues en la Misa de
cuerpo presente, en el comedor de su casa de Wilde y Passo, me dice Maruja el
9-X-2010 que el último rosario, cuando cerraban el cajón, “fue por los
matadores, como él lo hubiera querido”.
Para dar idea del peligro que se corría digamos que antes que a Amelong la
guerrilla ya había asesinado al Ingeniero Harris, en Buenos Aires esquina San
Lorenzo de Rosario, y que habían secuestrado al Ingeniero Breuss, al que
devolvieron con vida.
Pedro Aznárez señala:
“La única persona que, fuera de la empresa, protestó contra el secuestro de
Breuss fue el P. Samuel Martino, qué par de pel…. tenía el P. Samuel”
Diremos también que una de las huelgas que hubo fue con el personal superior en
calidad de rehén. Al parecer Amelong logró que los rotaran. Es decir que
quedaran algunos y otros se fueran a sus casas. Los que se quedaban en la
fábrica como rehenes estaban rodeados de tambores con solventes que se
amenazaba prender y explotar ante el menor amague de auxilio de la fuerza
pública. Los jueces no hacían ni podían hacer nada, -me resume Pedro.
También me cuenta Pedro Aznares que una vez el Ingeniero Acevedo señaló “así no
se puede seguir trabajando. Al que se quiera ir yo lo indemnizo y le reservo el
lugar para volver”. Ni Amelong ni Pedro ni los demás, salvo uno, aceptaron. Y
ese uno que se fue, luego fue readmitido. Amelong pudo escapar a los peligros y
siguió en la brecha…
No sólo podía suceder un atentado, sino que era altamente probable. Diríase que
en el caso de Amelong era más probable que sí a que no. Al extremo de que su
hijo Javier me dice que cuando un sacerdote dijo en el Colegio que había
ocurrido un atentado, todos se fueron a rezar a la iglesia dando por hecho que
el caído era él.
La generosidad de la viuda de Amelong se evidencia en lo primero que le dijo a
Pedro Aznárez cuando la vio el día de la muerte: “lo que hemos rezado por vos,
Pedro”. Pensar en el otro… Le había ido a informar que la empresa le seguiría
pagando el sueldo hasta que educara a todos sus hijos.
“Por tu causa somos muertos todo el día;
tratados como ovejas destinadas al matadero."
(Romanos, 8, 36 ss)
4. Larrabure
En este caso, desde que lo secuestraron asumió todo lo que pasaba refiriéndolo
a Dios, como se ve en sus cartas y se ve en su diario. Pudo haber obtenido la
libertad a cambio de colaborar con el terrorismo ateo, como lo reconocieron sus
verdugos y figura en su Diario. Heroicamente se negó, y hasta se dio el gusto,
en su celda que ya en seguida te digo cuánto medía, de indignarse y de
enfrentarlos.
“Que no está en palabras el reino de Dios,
sino en realidades”
(San Pablo, 1 Corintios, 4,20).
Ojo. Acabamos de decir que los defensores de los derechos humanos lo tuvieron
en una celda, que él mismo describió, de 2,20 de largo, que los mismos
defensores de los derechos humanos diseñaron de 1 metro de ancho, y que dichos
demócratas dueños de la democracia pergeñaron de 2 metros de alto. Y ahí pasó
no uno ni dos ni tres días sino que estos defensores de los derechos humanos lo
tuvieron allí por más de un año, 372 días, hasta que lo asesinaron.
No una hora, no un día, no un año, 372 días… más de un año en un pozo… y
torturado… y malalimentado, y siendo asmático en un lugar húmero, que además se
inundaba, y una vez tuvo que pedir que le dieran elementos para sacar el agua
del pozo (“cárcel del pueblo”)… Y perdonando. Y aceptando…Y venciendo, según
veremos…
Se cumple con los tres el tercer requisito. La muerte era altamente probable.
Siguen en la brecha, no defeccionan, no se retraen, el único que estaba en
situación de tener custodia, Amelong, la rechaza, el que estuvo 372 días en un
cubículo en que fue torturado, se niega a colaborar con los secuestradores y
mantiene su fe. Los dos doctrinarios oradores Los cuatro siguen peleando como
pueden, en lo que pueden. Vencen. Ofrecen a Dios todo lo más alto sacrificable,
la vida.
Y el ERP, que lo tenía secuestrado, estranguló a Larrabure el 19 de agosto de
1975. Recuérden chicos para siempre la enseñanza del filósofo “Pedagogo del ´oh
juremos´”, aplicada a lo vivo y en la muerte por el militar Larrabure. Un
testigo privilegiado, que no lo veía pero contó todo para la historia, oyó que
un hombre, con dificultades en el habla (era asmático y lo tenían en una cueva
húmeda, que muchas veces se inundaba, lo sabemos por él y por sus carceleros)
rezó todo el día. Sí, Argentino Del Valle Larrabure en el pozo rezaba y se
hacía oír, a pesar del asma… Que recuperando fuerzas cantó con energía, como se
debe, como deben cantarlo Uds., como enseñaba Genta, el pedagogo del “Oh
juremos con gloria morir”, el Himno Nacional Argentino. Que oyó un grito
ahogado. En su cadáver había gran porcentaje de alcohol en sangre. Hay signos
de que le aplicaron un golpe que lo durmió, y de mucho alcohol cuando no tenía
acceso al vino, seguramente para doparlo y más de una pericia dice que lo
estrangularon. Lo encontraron con cuarenta kilos menos, mal alimentado, y con
signos de tortura en los testículos y en el cuerpo...
“Por tu causa somos muertos todo el día;
tratados como ovejas destinadas al matadero.
Pero en todo esto salimos vencedores
gracias a aquel que nos amó”
(Romanos, 8, 36 ss).
“Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos”.
Juan, 15, 13.
Son los defensores de los derechos humanos…
Mensajes de Larrabure. La primera carta suya que llegó a la familia
exhortaba:
“a los chicos, que sigan estudiando, no se abandonen, cualquiera sea el
desenlace final. Les pido también que no odien a nadie, recuerden el ejemplo
permanente del abuelo Arturo, gran médico, arquetipo de la bondad en persona…
Arriba el ánimo. A tener fe. Comprendan la situación y llevarla con dignidad”
(Un canto a la Patria, p. 103).
En su cautiverio escribía operaciones matemáticas, poemas, nombres de sus
familiares, expresiones de amor a su esposa, dibujo de personajes, fabricó con
papeles un juego de naipes. En medio de cuentas y ejercicios intrascendentes
aparece “Viva el Ejército Argentino” y “Viva la Argentina” (p. 190), o “Dios
los proteja” (p. 195). Entre tantos números y palabras se las ingenió para ir
dejando este “diario de su cautiverio”, además de las cartas que escribió y que
fueron llegando a sus familiares, o textos que se descubrieron empotrados en
las paredes del cubículo.
El 8 de octubre en una carta que le dejan enviar felicita a su hija por su
cumpleaños. Es un saludo normal en que se añade: “debes tener la entereza para
sobrellevar este infortunio y aun dispuesta a esperar lo peor”. A su madre le
escribe con un equívoco “mamita querida, tal vez Dios nos haga ver muy pronto…
Un tirón de orejas…”. ( Lo cual significa que “nos veremos en el cielo” o “Dios
nos hará comprender…”, p. 120). El 22 de octubre se concentra en un legado: “a
mis hijos y ahijado especialmente, que no olviden mi mensaje: ´Aunque suceda lo
peor, no deben odiar a nadie y devolver la bofetada poniendo la otra mejilla”
(p. 125). Y se sigue ocupando de pensar en la familia, en los ingresos, en que
si es necesario vendan el auto, en que la hija saque el carnet de conductor y
que maneje despacio. Le pide al nuevo director de la fábrica que no deje los
proyectos. (¿Se incluían en esto cosas relacionadas con el polo petroquímico de
Bahía o el proyecto Cóndor?).
Y fue dejando el diario de su cautiverio, ciertamente incompleto, una obra
maestra de un combatiente contra la guerrilla comunista
Diario del cautiverio de Larrabure
“A Dios, que con tu sabiduría omnipotente has determinado este derrotero de
calvario, a ti invoco permanentemente para que me des fuerza. A mi muy amada
esposa, para que sobrepongas tu abatido espíritu por la fe en Dios. A mis
hijos, para que sepan perdonar. Al Ejército argentino, para que fiel a su
tradición mantenga enhiesto y orgulloso los colores patrios. Al pueblo
argentino, dirigentes y dirigidos, para que la sangre inútilmente derramada los
conmueva a la reflexión, para dilucidar y determinar con claridad que somos
hombres capaces de modelar nuestro destino, sin amparo de ideas y formas de
vida foráneos, totalmente ajenos a la formación del hombre argentino […] Mi
palabra es breve […] se trata de perdón y que mi invocación alcance con su
perdón a quienes están sumidos en las sombras de ideas exóticas, foráneas, que
alientan la destrucción para construir un ´mundo feliz´sobre las ruinas”.
Relata también su rechazo del tercermundismo contra el que escribieron Genta y
Sacheri y Caturelli, al defender a las congregaciones religiosas que son las
únicas que se ocupan del indio, y relatar la incursión “del ex sacerdote
Ferrari” y un grupo que fueron a agitar la zona de Formosa, atacaron la
“injusticia burguesa”, repartieron algo y volvieron a sus posiciones burguesas
en Rosario. “¿No hubiera sido conveniente cumplir con el milenario refrán ´no
les des pescado, enséñales a pescar´? (p. 226).
Les imputa a los terroristas ser dirigidos desde Europa y sus jefes “no se
llaman García, Fernández, Pérez o algún otro patronímico de origen español,
itálico, común a nuestra vena”.
Relata que sólo veía los zapatos, los pies y los ojos de sus guardias
encapuchados, y describe minuciosamente el lugar. Imagina que, como el aire que
recibe está regulado por sus carceleros, dada su asma puede morir ahogado y
pide a Dios “no me castigues muriendo ahogado” (p. 228)
Lo quisieron catequizar y darle literatura marxista y se rehusó. Le ofrecieron
colaborar con ellos enseñándoles a armar explosivos y se negó (p. 232). Las
meditaciones obligadas de estos días – remacha- “me reencuentran con Dios, en
quien deposito mi esperanza, de quien guardo infinita fe y me someto, sumiso,
al destino que me dé” (p. 229).
Sufre torturas y acepta la muerte, refiriendo su calvario a Dios. En la guerra
de los ´70 dirigida contra la Iglesia se alinea del buen lado y no defecciona
del Ejército, ubicado en la vereda católica en la lucha (no en el posterior
gobierno).
Larrabure muere refiriendo todo a Dios, y por la causa justa del lado justo
contra el enemigo que odia la fe.
Conclusiones. Los cuatro fueron asesinados (1er. Requisito) y no se pueden
albergar dudas razonables de que los cuatro murieron por la fe y por motivos
que se ligan a sus funciones y a bienes referidos a la fe (segundo requisito),
y que aceptaron la muerte cristianamente encomendándose a Dios. El tercer requisito.
Testimonios. Ahora daremos algunos testimonios sobre la santidad y
martirio de estos hombres. Alteraremos el orden, empezando por Sacheri.
Sacheri. Habiendo evidenciado en mi libro una cantidad importantísima de
laicos que han considerado a Sacheri mártir, lo mismo que a Genta, pienso que
adquiere relevancia especial, pues para hablar así se juegan mucho más, los
testimonios episcopales en la materia.
El mismo día de la muerte a Sacheri lo consideran mártir cuatro obispos que lo
conocían de primer agua: el suyo propio Obispo de San Isidro, Monseñor Aguirre,
que no era del mismo “palo”, el Presidente de la Conferencia Episcopal
Argentina y Arzobispo de Paraná, Monseñor Adolfo Servando Tortolo, que repetirá
el juicio más meditadamente en otras dos ocasiones y que se identificaba con
él, el Arzobispo de Rosario Monseñor Guillermo Bolatti que ibídem, y el
fundador y Rector de la Universidad Católica Argentina, Monseñor Octavio
Nicolás Derisi, camarada en la tarea universitaria. Me dieron su testimonio en
el mismo sentido los discípulos suyos actuales obispos Monseñor Puiggari,
Obispo de Mar del Plata y Monseñor Eduardo Taussig, Obispo de San Rafael,
Mendoza. El martirio de Sacheri es valor entendido con Monseñor Jorge Lona,
quien lo conoció como compañero y me refirió que “nunca le vi un gesto contra
la caridad”. No tengo su juicio después de la muerte, pero Monseñor Vicentín,
de Corrientes, en vida lo admiraba, le reclutaba auditorios y lo homenajeó al
morir.
Si alguna importancia tienen los fundadores de órdenes religiosas,
testimoniaron que es mártir el P. José Luis Torres Pardo, que por lo demás
equiparó a Sacheri y Genta, y el P. Carlos Buela.
En el libro he recogido el elogio que le hiciera Monseñor Zaspe, Arzobispo de
Santa Fe, quien consideraba que nos habían matado al único católico
presidenciable (le hizo un elogio no en tanto inteligente, ni en tanto técnico
de la política, sino en tanto católico... Es que lo mataron por católico, por
lo que era y por lo que representaba y por cómo lo representaba, como lo
justifico largamente en el libro). O los elogios de Monseñor Aguer y de tantos
otros que lo vieron (a Sacheri) un santo, y un santo con la prudencia política,
que no todo santo tiene.
Si cuenta en este elenco el teólogo moral Miguel Ángel Fuentes, diré que el 6
de junio de 2008, haciéndome el honor de presentar el libro Sacheri: Predicar y
morir por la Argentina concluyó, remitiéndose obviamente al juicio de la
Iglesia, y después de analizar detenidamente los requisitos canónicos y
rechazar el martirio de curas o laicos marxistas, “que las condiciones para
postular la muerte martirial de Carlos Sacheri está sobradamente justificada”.
Y en su argumentación se funda sobre todo en el comunicado, con lo que su
juicio viene a abarcar también a Genta.
Genta. Sin negar que tantas expresiones episcopales avalando su martirio
demostrarían en definitiva, y post mortem, las condiciones políticas de Sacheri
…, diré que en favor del martirio de Genta no tengo ningún testimonio
episcopal, que habría pero sin embargo no sería prudente revelarlo ahora, pero
tenemos mucho más que todos esos testimonios… A favor de que Genta fue mártir
tengo el altísimo testimonio del propio Carlos Alberto Sacheri mártir, si de
algo sirve, cuando habló poco después de Genta en honor de Cristo Rey...,
también con el Padre Torres Pardo, igual que Genta … hablando de Cristo Rey...
El reporte de la conferencia de Sacheri en el Colegio Champagnat de ese día 24
de noviembre de 1974 dice que consideró la muerte de Genta un acto de martirio.
Y que dijo
“a Ottalagano, que dijo ´la disyuntiva es o peronismo o cristianismo´, que es
una media verdad, lo mataron. Pero la verdad entera es que la disyuntiva es o
comunismo o cristianismo. En la Argentina de hoy, al que dice la verdad entera,
como la dijo Genta, lo matan”.
Monseñor Tortolo le escribió a Genta: “gracias a Dios Ud. es un vigía y un
profeta, hoy que tanto se habla de profetismo” (Edmundo Gelonch Villarino,
“Jordán Bruno Genta. Pedagogo…”, Gladius 58, p. 80). No creo que sea un abuso
abogadil interpretar que quien en vida lo consideró vigía y profeta al
enterarse de su muerte lo haya considerado mártir.
Y además de las menciones anteriores, para este trabajo me he basado en
trabajos de Antonio y Mario Caponnetto, de Miguel Di Lorenzo, de Edmundo
Gelonch Villarino, defensores certeros del martirio de Don Bruno Jordán.
Amelong. Si algún valor puede tener el testimonio del Párroco de
Amelong, el venerado Padre Samuel Martino, (fallecido este año, hice su in
memoriam en Gladius) , me dijo de él cosas que refiero en el libro:
“Lo conocí a fondo. Doy fe de la santidad de ese hombre…” Elogió haberlo visto
lagrimear con la mención de la Virgen, dijo que invocaba a Dios en toda su
vida. “Formaba con su señora la Acción Católica… Un colaborador total de la
Parroquia. Unido a la Parroquia, a la Iglesia… Piadoso. Piadosísimo. Padre de
10 hijos y muy cuidadoso de su formación, cuando llegaron a la edad juvenil se
hizo una casa en el Arroyo del Medio, para poder formarlos sin malas
influencias, con mucho deporte. Fue pilar, con el doctor Bodoyra, del Instituto
San Pablo. ¡Cualquier cosa por la Parroquia ha hecho este Amelong! Llenamos el
cupo de profesores de primero y segundo año, al principio del Instituto San
Pablo, con los profesores que trabajaban gratis, reclutados por Amelong. Él era
profesor. Me acuerdo la última reunión en que estuvo. Nos regaló un torno
carísimo para el Instituto. En 1958 empezamos a levantar la iglesia de Fátima,
a 12 cuadras de aquí, y él compró los lotes, no sé cuántos lotes con plata de
él, y además organizó la cosa y la alentó”.
Y a esto se puede agregar el testimonio de ese laico ejemplar que fue el
Coronel Juan Francisco Guevara, que así me lo manifestó.
Larrabure. Y aunque la referencia proviene de quien no entiende bien lo
que es el martirio, Germán Ferrari recuerda que los obispos Bonamín, Tortolo y
Bolatti aludieron a que Larrabure entra en la categoría (Símbolos y fantasmas,
circa p. 85 ).
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