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miércoles, 5 de noviembre de 2014

Cuatro Mártires (V): LOS REQUISITOS EN LOS CUATRO CASOS


III. Los requisitos en los cuatro casos


A. El primer requisito. La muerte dolosamente causada por otro.



Es evidente que con los cuatro se cumple el primer requisito. Los cuatro fueron muertos por otros hombres, en forma dolosa.


Es un hecho que Genta, Sacheri y Amelong fueron asesinados con armas de fuego, y que grupos guerrilleros se autoadjudicaron el hecho. 



Y si destinamos un párrafo a Larrabure es porque Página 12 y otros órganos proguerrilleros, que alguno por lo menos es subsidiado por Su Majestad Británica, según veremos, han querido introducir dudas, diciendo que Larrabure se habría suicidado.



Esto no es cierto por las siguientes razones: 1) El ERP tenia el medio de comprobar fehacientemente que no lo mataron ellos, sacando fotografías, que de hecho sacaron no pocas a Larrabure en su largo cautivero, y no lo hicieron. 2) La explicación que años después le da Luis Mattini, seudónimo de Arnold Bremen, jefe del ERP después de la muerte de sus primeros Santucho y Arteaga, es totalmente inconvincente, y no aplicaron sanciones. (Libro Símbolos y fantasmas, de Germán Ferrari, Sudamericana, Buenos Aires,2009, p. 81). 3) Veremos que Larrabure no tenía fuerzas ni espacio para suicidarse. 4) Los peritos dicen que lo asesinaron. Presumiblemente le aplicaron una especie de mazazo, antes o después lo habrían anestesiado con alcohol, y lo estrangularon.


B. El segundo requisito

Que los cuatro refieren su vida a Dios, y refieren a él todo lo que hacen, especialmente cuando arrecia el combate y su hora decisiva, y lo hacen asumiendo la muerte como altamente probable, es indiscutido, lo que empieza a autorizar que mueren por la fe, el segundo requisito. 


Que los cuatro se caracterizan por su doctrina y práctica católica es indudable. Su confianza en Dios aumenta con el peligro.



Que no murieron por ninguna razón detectable que sea algo distinto de una cuestión ideológicopolítica ligada a la religión o a la política o a la vida moral que ellos ligan a la religión, es indudable. No aparece otra razón. Veamos con algún detenimiento.



1. Genta y Sacheri.




El comunicado de las 553 palabras. Les prometí hablar de un comunicado de 553 palabras y voy a cumplir ahora. Cuando lo matan al Segundo, que es nota de tapa de la revista Cabildo, después que mataron al Primero, que también fue nota de tapa de la revista Cabildo, al director Ricardo Curutchet le hacen llegar un comunicado que se atribuye los asesinatos. (Y amenazan a Curutchet de paso…).



“Sr. Director de la revista Cabildo don Ricardo Curutchet. ¡Presente! Carísimo hermano en Cristo Rey: nos dirigimos a Ud. con la confianza que nos dan los dos contactos mantenidos con la comunidad nacionalista católica y la revista Cabildo, su más digno exponente, en las personas de los queridísimos aunque extintos profesores Jordán B. Genta y Carlos A. Sacheri. Nos guía la certeza de que seremos atendidos por Usted con la caridad cristiana que ilumina cual antorcha sagrada, su cosmovisión escolástica, virtud ésta enseñada por Cristo y de la que fueron devotos fervorosos Santo Tomás y San Agustín…”.



Y sigue consignando que ambos fueron muertos en la fiesta de Cristo Rey, sólo que uno según correspondía al viejo rito, otro según el nuevo. Se mofan de la fe.


Hay un dato decisivo: el texto usa fraseología de un conocedor de las cosas de la fe católica, y en 553 palabras, 17 veces se menciona a Cristo y 7 veces a Cristo Rey.



En la doctrina del segundo requisito, y dado que debe tratarse de una muerte por causa de la fe, se exige lo que se llama el odium fidei. El odio a la fe aquí está clarísimo.



Benedicto XVI. “Aunque el motivo que impulsa al martirio sigue siendo el mismo y tiene en Cristo su fuente y modelo, han cambiado los contextos culturales del martirio y las estrategias ´ex parte persecutoris´, - enseña el Papa actual- que cada vez trata de manifestar de modo menos explícito su aversión a la fe cristiana o a un comportamiento relacionado con las virtudes cristianas, pero que simula diferentes razones, por ejemplo, de naturaleza política o social. Ciertamente, es necesario recoger pruebas irrefutables sobre la disponibilidad al martirio, como derramamiento de la sangre, y sobre su aceptación por parte de la víctima, pero también es necesario que aflore directa o indirectamente, aunque siempre de modo moralmente cierto, el ´odium fidei´ del perseguidor. Si falta este elemento, no existirá un verdadero martirio según la doctrina teológica y perenne de la Iglesia”. (L´Osservatore romano, ed. Española, 5-V-2006, p. 6).



Pareciera que el odium fidei de los firmantes del comunicado está clarísimo, y que la mofa respecto de la religión lo refuerza. Está clarísimo que hay una pluma religiosa resentida detrás. El comunicado es firmado por “Ejército de Liberación 22 de agosto”.



Es cuestionable que haya sido ese u otro grupo guerrillero, pero, si no lo fuera, la otra hipótesis ha sido que fueran los servicios de inteligencia del Estado, que responderían a López Rega. Recuérdese que la denuncia de Genta y de Sacheri y de Cabildo contra el gobierno de entonces (aunque los sacherianos matizaran y distinguieran y no denostaran al peronismo en bloque) eran contundentes, con López Rega en la tapa, y que Cabildo fue clausurada reiteradamente y lo mismo las revistas subrogantes. Asimismo, no hay que olvidar que entre los motivos de ataque al “Brujo” estaba su oposición al catolicismo y a un altar de la Patria anticatólico. Además, Sacheri en La Iglesia clandestina denunciaba una Logia Anael a la que se vinculaba López Rega. (Pero por otro lado circula otra versión que vincula ambas muertes a un grupo montonero… no sé…). 



Edmundo Gelonch Villarino recabó la opinión de un sacerdote y profesor universitario amigo y no pudo menos que dictaminar:



“El escrito es blasfemo. Agravado, además, por erl hecho de que quienes lo escriben conocen muy a fondo el contenido de la fe católica. Tiene la gravedad de la blasfemia que puede considerarse como ´odium fidei´”. 



Otro sacerdote, Superior General y autor de libros de teología, dictamina a pedido del profesor Gelonch:


“Estimo que se trata de un sarcasmo demoníaco, que implica el ´odium fidei´”



Aparte del comunicado. Si la militancia de Genta y Sacheri y lo que pensaban y representaban y cómo lo representaban, es indudable, y hay total ausencia de todo otro motivo razonable que no fuese directamente la fe para su martirio, es evidente que las distintas probables fuentes de su muerte registran su animosidad contra la fe.


Nos parece, pues, de toda razonabilidad decir que el segundo requisito se cumple en ellos acabadamente. 



Genta y Sacheri mueren, según el comunicado de sus matadores, por Cristo Rey.



Y la única explicación posible de sus muertes, aún si pudiera prescindirse del comunicado, es que murieron por aquello de que habían hecho una empresa en sus vidas. Por la divulgación de la verdad católica, en la que nadie ha podido ni podrá encontrarles defección ni heterodoxia alguna, por la eficacia con que lo hicieron, y por el modo de combatir lo que se opone a la fe católica.



Ellos representaban la doctrina de la fe católica, y la representaban con autenticidad personal y con eficacia.


Por la fe católica que incluye la Doctrina Social de la Iglesia, y que sólo puede negar quien niegue el Reinado Social de Cristo. Lo que implica que dicha doctrina está incluida, en sentido amplio, en la Fe Católica.


Quienes niegan que la Iglesia tenga, en virtud de su función, una doctrina a aplicar obligatoriamente en el orden social, tienen una concepción protestante de la misma, una iglesia reducida a una sociedad más, a un conjunto de fieles que no es sociedad perfecta o soberana, persona necesaria de derecho público. 


En ese sentido, habiendo refutado en mi libro Sacheri… las observaciones del profesor Bosca, que atribuía las muertes de nuestros grandes a una interna peronista, a ese capítulo me remito y pongo de relieve el apartamiento del mismo respecto de la Doctrina Social de la Iglesia, al seguir la filosofía del liberal Hayeck (capítulo 26 del libro).



Lo propio de Genta y de Sacheri sería, si es así, una muerte directa por la fe, y no indirecta.



De todos modos, si así no fuese y se hablase de causas políticas, es evidente que ellos encararon toda su política bajo relación a la fe. Vía indirecta. Morir por la república, “el más alto de los bienes humanos”, según enseñanza de Tomás de Aquino. 


2. Amelong 



Quizá convenga detenerse brevemente en recapitular algo sabido y que es presupuesto de lo que diremos. Si nosotros admitimos – como lo hacemos - estas dos verdades de derecho, a saber que la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo y que ella constituye la religión verdadera, y si admitimos la verdad de hecho de que tanto el Ejército Revolucionario del Pueblo como los Montoneros, a pesar de sus diversos orígenes, eran materialistas, marxistas, que preconizaban la lucha de clases y el advenimiento del socialismo, alineándose además bajo la égida de Cuba y a través de ella a Rusia, incursos en la calificación de tal doctrina y en tanto consecuente con la doctrina, movimiento intrínsecamente perverso, hay que decir que ellos deberían ver lógicamente como a sus enemigos a la auténtica fe católica y a sus egregios representantes.



“Permanecer firme en la verdad y la justicia contra los asaltos de la persecución” (Hedde, Dictionnaire de Theologie catholique, y 2-2, 124, 1,c). Se requiere para la palma del martirio “el odio a la fe o a toda buena obra realizada en relación a la fe, sea en el matador, sea en el acusador, sin importar que éstos sean católicos o no”. “Es necesario de parte del perseguidor el odio de la fe o de toda buena obra en tanto que dirigida por la fe del Cristo” (DTC, col. 226). 



“No es necesario que el perseguidor se haya decidido a matarlo por el odio a la fe: es posible que él crea castigar un verdadero crimen imputado calumniosamente a la víctima. Es necesario entonces probar que el acusador procedió por odio a la fe. El caso se presentó en los primeros tiempos del cristianismo, porque los cristianos eran acusados por sus enemigos de toda suerte de crímenes odiosos” (col. 226). El motivo de fondo debe ser la fe. Nerón invocó el incendio de Roma (col. 226).


De hecho, como he comprobado en el libro, los dirigentes de ambos movimientos, ERP y Montoneros, le dan la razón a Sacheri ( y a Genta y a Caturelli y al Episcopado) cuando consideran al tercermundismo como cercano a ellos y una posible vía de trabajo conjunto con la Iglesia infiltrados en la Iglesia.


Así las cosas, las figuras de Amelong y de Larrabure fueron para ellos como el paradigma de lo que ellos, que también defendían doctrinariamente el odio, odiaban. Diríase que el comunista coherente y militante el odium fidei a lo católico es algo consubstancial. Lo que exigiría, a los fines de nuestra prueba, acreditar simplemente que eran tales, comunistas coherentes en lucha. Ahí están las cosas. El Ejército Peronista Montonero mató a Amelong, y el Ejército Revolucionario del Pueblo, luego de infinitas torturas, liquidó a Larrabure, y ambos previeron las cosas, perdonaron y mandaron a sus familias perdonar, y murieron santamente.


El amigo de Amelong Pedro Aznárez me decía el 7 de octubre de 2010 que 


“la figura de Raúl reunía todos los requisitos para que lo mataran. Católico militante. Funcionario de la empresa Acíndar, que participaba en las negociaciones con los obreros, siendo Subgerente de control de calidad. Socio del Jockey Club (aunque explotando sobre todo la veta deportiva del hipismo de una institución que los revolucionarios suelen considerar digna de las más potentes bombas), con un hijo militar y una hija monja. Además, él había estado un año posterior a su servicio militar como teniente de reserva. Estoy seguro que él llegó a la conclusión de que era inevitable que lo mataran”.


Con su hijo subteniente combatiente en Tucumán contra la guerrilla y ahora condenado a perpetua por la inconstitucional revancha de dicha guerrilla en la justicia federal, (el juicio de “inconstitucional” lo copio del propiísimo Juez de la Corte Suprema el socialista Dr. Carlos Fayt, que acusa a sus cofrades de aplicar “el derecho penal del enemigo”), apostaban a quién de los dos iban a matar antes los guerrilleros. El padre, jocosa pero realísticamente se “autocandidateaba” – si se me permite la expresión- , invocando su condición de dirigente de una empresa importante como Acíndar, el otro por ser militar. Ya veremos el resultado de la apuesta. 


Maruja Amelong, la viuda de Raúl, le trasmitió ciertas prevenciones a su hijo Javier sobre su entrevista conmigo, porque yo anduve escribiendo “cosas que dice el P. Samuel de nosotros y que no son ciertas”. ¿Qué acusación escribí contra ellos? Y el 9 de octubre a la noche, habiendo releído el capítulo sobre su esposo en mi libro Sacheri…y una versión previa de esta conferencia, me habló para puntualizarme una serie de cosas. No quiere que repita ningún elogio que hizo el P. Samuel sobre ella. Su esposo era un santo.


3. Larrabure


Y en cuanto a Larrabure, que es “el enemigo militar”, encontré un texto del “Che” Guevara al respecto, que lo resume todo: “la liquidación del ejército como el verdadero principio de la democracia (si el aforismo no existe, lo creo yo)” (Carta a su madre, 4 de julio de 1954, según Jorge Castañeda, La vida en rojo ... p.97). Esto resume y rezuma el odio visceral que tienen los comunistas contra las fuerzas armadas y de seguridad, el holocausto de servidores del orden que cometieron, y la actual política judicial de benignidad máxima y abolicionismo penal contra los delincuentes y mano dura contra los policías, de la que he tenido experiencia como defensor. Casi siempre el que termina procesado es el policía, y sobreseído el infractor, en lo cual convergen la vertiente comunista y la vertiente abolicionista.


Y ahora pasemos al tercer requisito, la aceptación religiosa de la muerte, lo cual exige, previamente, que la misma se viera como probable o se previera.




C. La aceptación religiosa de la muerte (Tercer requisito)


A los fines del tercer requisito nos preguntamos: ¿nuestros cuatro héroes argentinos de los ´70 conocieron y asumieron la muerte que tuvieron, la aceptaron cristianamente? 

1. Genta.

Ya vimos lo que dijo el día anterior. Vivió enseñando el tema. “Nos enseñó a vivir alertas, a salir de casa rezando”, porque esperábamos el balazo o la explosión de la bomba terrorista que nos amenazaba a cada movimiento. Ya había sufrido despidos y cárceles (persecución religiosa de 1954).


A nuestro Esteban, unos guerrilleros que ya habían matado mucha gente, (“perro que ladra no muerde” pero los que amenazaban cumplían) lo torturaban invariable y telefónicamente (testimonio de Lis) diciéndole que le iba a pasar lo que al Almirante Quijada… el que ya había sido liquidado…Una tortura… Y ya vimos lo que siguió haciendo. “Imprudentemente”…, comilleó Caturelli...


El 30-VIII-1974 dijo en Cordoba: “Si Dios me pide el testimonio entero, le pido que me maten rápidamente, porque no creo tener fuerzas para soportar la tortura. Pero no es a la muerte a lo que más temo, sino a […] enfrentar al Justo Juez con la carga de todos mis pecados”.


De Jordán Bruno Genta puedo testimoniar - sigue Gelonch, de quien es la cita anterior, 


“la disponibilidad al martirio, como por ejemplo, el derramamiento de sangre y su aceptación por parte de la víctima, que recomienda documentar el Papa Benedicto, para las causas de los mártires”.



Ya hemos dicho que Genta rechazó toda posibilidad de irse al extranjero…


“Porque los judíos piden señales, los griegos buscan sabiduría, mientras que nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos, locura para los gentiles...” 
( 1 Corintios, 1, 22).



Él sabía lo que le podía pasar…


2. Sacheri.

Ya había dado Genta “el testimonio completo”. Carlos estaba presidiendo una reunión del Tercer IPSA Regional en Corrientes en el salón parroquial de la Iglesia de Jesús Nazareno: 


“Le interrogaron si no sentía temor. Entonces el Dr. Sacheri les respondió: «yo sé que para mí tienen preparado algo similar [a lo de Genta], pero las amenazas y esa posibilidad no me harán declinar en esta lucha por Dios y por la Patria»” (Testimonio de Miguel Ángel Aguilar).



Muerto Genta, en su casa se le oyó decir “el próximo soy yo”.



Enrique le fue con una lista de amenazados, que empezaba por Genta… con quien ya habían cumplido, y después venía Sacheri… y después Enrique… Ya había enseñado que no hay que agrandar al enemigo, que el terrorismo paraliza los reflejos, que hay que reaccionar… “No les des bolilla…”, fueron sus palabras, y siguió predicando hasta morir. Aceptó lo que con alta probabilidad, podía suceder.



En el libro relato que a Sacheri le recomendaron que se cuidara, que no se exhibiera tanto. Tomó alguna precaución, pero por poco tiempo.



Testimonia Gelonch, de nuevo: 


“Tengo la certeza moral de que él [por Sacheri] como muchos filósofos católicos sometidos a persecuciones y amenazas, que no retrocedimos en nuestra obligación de dar doctrina en fidelidad al Magisterio, sabía a lo que estábamos expuestos, todos y habitualmente”. 



El que habla – Gelonch- es un amenazado que no le hurtó el cuerpo, igual que Caturelli, a quien le pusieron una bomba detectada a tiempo. Y sigue Gelonch ambientándonos en la época:




“Los atentados terroristas documentados en archivos judiciales, por aquellos años setenta, superan los 22.000, con miles de muertos y mutilados a manos de terroristas […] ¿Quién, como Sacheri, que adoptara una actitud definida en pro de los principios cristianos, odiados por el terrorismo, podía actuar y no saber a qué consecuencias se exponía?¿Quién podía escribir y publicar libros como La Iglesia clandestina o El orden natural, sin aceptar, aun tácitamente, las sentencias de muerte dictadas por los “tribunales populares revolucionarios” del terrorismo marxista? De hecho, quienes se relacionaban más con Sacheri, lo preveían. Cuando volvíamos de rezar la última despedida del féretro de Genta, a media tarde del 28 de octubre de 1974, en el Cementerio de La Chacarita, y caminábamos hacia la salida, alguien dijo: “ahora, el próximo es Sacheri´, probabilidad a la que asentimos todos los que formábamos el pequeño grupo. De ellos solamente recuerdo con certeza a Néstor Rocha, que ya falleció”.




“Pero en todo esto salimos vencedores 
gracias a aquel que nos amó” 
(Romanos, 8, 36 ss)




Él sabía…



3. Amelong


El 6-X-2010, Maruja Amelong me dijo que no es cierto que él rechazara sistemáticamente ser trasladado en avión o helicóptero desde el barrio de Fisherton, al norte de Rosario, hasta Villa Constitución (como lucía en otro testimonio), sino que ese día sobraba uno para transportar por avión o helicóptero, es decir que faltaba un lugar, y él, caritativamente, se borró y viajó en su auto. Pero su hija Inés me testimonia que él sistemáticamente la llevaba a ella en auto a la Facultad, e iba sin custodia y sin armas, manejando su Torino.


La empresa llevaba indistintamente a sus altos empleados desde Fisherton a Villa Constitución en avión, helicóptero y barco, pero él rehusó muchas veces estas garantías.




Desde que vio que lo matarían se encomendó a Dios y perdonó a sus eventuales matadores. Ese día en que lo matan iba conduciendo su Torino llevando a su hija Inés a la Facultad, junto con una amiga, Elena. Inés salió lesionada gravísima, estuvo internada. 


Contra Amelong se había atentado dos veces antes, la primera los Monto se quedaron embarrados en una calle lateral y la segunda se les escapó gracias a su habilidad conductiva. 


Lo que me dijo su hijo lo confirma parcialmente el diario La Prensa, de Buenos Aires, en su ejemplar del 5-VI-75:


“el Ingeniero Amelong siempre se había negado a portar armas o aceptar custodia, señalándose que en diversas oportunidades afirmó que ´confiaba en la Divina Providencia y que si algún día le tocaba morir en forma violenta, rogaría a Dios para que perdonara a sus asesinos”.



El 7 de octubre de 2010 su viuda me explica que en aquel entonces ella leyó lo de La Prensa y que ella quería ahondar en el dato. Y al mes de su fallecimiento, en la Misa que por razones de seguridad les celebraba el P. Samuel Martino que se iba hasta el Barrio interno de Acíndar en la casa de Pedro, le pregunta el asunto y éste le cuenta: 



“un día miércoles en que se reúne a almorzar la plana mayor de la fábrica con el Ingeniero Acevedo se habló, como tantas veces, de la situación peligrosísima que se vivía. Y éste preguntó a cada uno qué haría cada uno si los atacaban. El Ingeniero Amelong clavó la mirada en su plato y dijo: ´pediría cinco minutos para poder perdonar a quien me ataque´.


A riesgo de reincursionar ahora en el segundo requisito, es decir la prueba de que Amelong cumplió con las virtudes comunes de su cargo refiriéndolas todas a Dios, hay que sintetizar lo que me reportó su hijo Javier que el padre dejó instalado en la casa: 


“Si te dicen que te vas a morir en una hora, ¿qué harías? – Seguiría jugando. Hay que hacer lo que tengo que hacer. Se puede tener miedo pero no obrar por miedo, en actitud cobarde. Lo único que falta es que nos dejemos llevar por lo que estos tipos quieren. Siempre nos enseñó eso”.


Lo cierto es que el clima de perdón se vivió en la familia, pues en la Misa de cuerpo presente, en el comedor de su casa de Wilde y Passo, me dice Maruja el 9-X-2010 que el último rosario, cuando cerraban el cajón, “fue por los matadores, como él lo hubiera querido”.



Para dar idea del peligro que se corría digamos que antes que a Amelong la guerrilla ya había asesinado al Ingeniero Harris, en Buenos Aires esquina San Lorenzo de Rosario, y que habían secuestrado al Ingeniero Breuss, al que devolvieron con vida.


Pedro Aznárez señala:


“La única persona que, fuera de la empresa, protestó contra el secuestro de Breuss fue el P. Samuel Martino, qué par de pel…. tenía el P. Samuel”



Diremos también que una de las huelgas que hubo fue con el personal superior en calidad de rehén. Al parecer Amelong logró que los rotaran. Es decir que quedaran algunos y otros se fueran a sus casas. Los que se quedaban en la fábrica como rehenes estaban rodeados de tambores con solventes que se amenazaba prender y explotar ante el menor amague de auxilio de la fuerza pública. Los jueces no hacían ni podían hacer nada, -me resume Pedro.



También me cuenta Pedro Aznares que una vez el Ingeniero Acevedo señaló “así no se puede seguir trabajando. Al que se quiera ir yo lo indemnizo y le reservo el lugar para volver”. Ni Amelong ni Pedro ni los demás, salvo uno, aceptaron. Y ese uno que se fue, luego fue readmitido. Amelong pudo escapar a los peligros y siguió en la brecha…



No sólo podía suceder un atentado, sino que era altamente probable. Diríase que en el caso de Amelong era más probable que sí a que no. Al extremo de que su hijo Javier me dice que cuando un sacerdote dijo en el Colegio que había ocurrido un atentado, todos se fueron a rezar a la iglesia dando por hecho que el caído era él.



La generosidad de la viuda de Amelong se evidencia en lo primero que le dijo a Pedro Aznárez cuando la vio el día de la muerte: “lo que hemos rezado por vos, Pedro”. Pensar en el otro… Le había ido a informar que la empresa le seguiría pagando el sueldo hasta que educara a todos sus hijos.


“Por tu causa somos muertos todo el día; 
tratados como ovejas destinadas al matadero."
(Romanos, 8, 36 ss)



4. Larrabure


En este caso, desde que lo secuestraron asumió todo lo que pasaba refiriéndolo a Dios, como se ve en sus cartas y se ve en su diario. Pudo haber obtenido la libertad a cambio de colaborar con el terrorismo ateo, como lo reconocieron sus verdugos y figura en su Diario. Heroicamente se negó, y hasta se dio el gusto, en su celda que ya en seguida te digo cuánto medía, de indignarse y de enfrentarlos. 


“Que no está en palabras el reino de Dios, 
sino en realidades”
(San Pablo, 1 Corintios, 4,20).



Ojo. Acabamos de decir que los defensores de los derechos humanos lo tuvieron en una celda, que él mismo describió, de 2,20 de largo, que los mismos defensores de los derechos humanos diseñaron de 1 metro de ancho, y que dichos demócratas dueños de la democracia pergeñaron de 2 metros de alto. Y ahí pasó no uno ni dos ni tres días sino que estos defensores de los derechos humanos lo tuvieron allí por más de un año, 372 días, hasta que lo asesinaron. 


No una hora, no un día, no un año, 372 días… más de un año en un pozo… y torturado… y malalimentado, y siendo asmático en un lugar húmero, que además se inundaba, y una vez tuvo que pedir que le dieran elementos para sacar el agua del pozo (“cárcel del pueblo”)… Y perdonando. Y aceptando…Y venciendo, según veremos…



Se cumple con los tres el tercer requisito. La muerte era altamente probable. Siguen en la brecha, no defeccionan, no se retraen, el único que estaba en situación de tener custodia, Amelong, la rechaza, el que estuvo 372 días en un cubículo en que fue torturado, se niega a colaborar con los secuestradores y mantiene su fe. Los dos doctrinarios oradores Los cuatro siguen peleando como pueden, en lo que pueden. Vencen. Ofrecen a Dios todo lo más alto sacrificable, la vida.



Y el ERP, que lo tenía secuestrado, estranguló a Larrabure el 19 de agosto de 1975. Recuérden chicos para siempre la enseñanza del filósofo “Pedagogo del ´oh juremos´”, aplicada a lo vivo y en la muerte por el militar Larrabure. Un testigo privilegiado, que no lo veía pero contó todo para la historia, oyó que un hombre, con dificultades en el habla (era asmático y lo tenían en una cueva húmeda, que muchas veces se inundaba, lo sabemos por él y por sus carceleros) rezó todo el día. Sí, Argentino Del Valle Larrabure en el pozo rezaba y se hacía oír, a pesar del asma… Que recuperando fuerzas cantó con energía, como se debe, como deben cantarlo Uds., como enseñaba Genta, el pedagogo del “Oh juremos con gloria morir”, el Himno Nacional Argentino. Que oyó un grito ahogado. En su cadáver había gran porcentaje de alcohol en sangre. Hay signos de que le aplicaron un golpe que lo durmió, y de mucho alcohol cuando no tenía acceso al vino, seguramente para doparlo y más de una pericia dice que lo estrangularon. Lo encontraron con cuarenta kilos menos, mal alimentado, y con signos de tortura en los testículos y en el cuerpo...



“Por tu causa somos muertos todo el día; 
tratados como ovejas destinadas al matadero. 
Pero en todo esto salimos vencedores 
gracias a aquel que nos amó” 
(Romanos, 8, 36 ss).



“Nadie tiene más amor  que el que da la vida por sus amigos”.
Juan, 15, 13.




Son los defensores de los derechos humanos…




Mensajes de Larrabure. La primera carta suya que llegó a la familia exhortaba: 




“a los chicos, que sigan estudiando, no se abandonen, cualquiera sea el desenlace final. Les pido también que no odien a nadie, recuerden el ejemplo permanente del abuelo Arturo, gran médico, arquetipo de la bondad en persona… Arriba el ánimo. A tener fe. Comprendan la situación y llevarla con dignidad” (Un canto a la Patria, p. 103).




En su cautiverio escribía operaciones matemáticas, poemas, nombres de sus familiares, expresiones de amor a su esposa, dibujo de personajes, fabricó con papeles un juego de naipes. En medio de cuentas y ejercicios intrascendentes aparece “Viva el Ejército Argentino” y “Viva la Argentina” (p. 190), o “Dios los proteja” (p. 195). Entre tantos números y palabras se las ingenió para ir dejando este “diario de su cautiverio”, además de las cartas que escribió y que fueron llegando a sus familiares, o textos que se descubrieron empotrados en las paredes del cubículo.



El 8 de octubre en una carta que le dejan enviar felicita a su hija por su cumpleaños. Es un saludo normal en que se añade: “debes tener la entereza para sobrellevar este infortunio y aun dispuesta a esperar lo peor”. A su madre le escribe con un equívoco “mamita querida, tal vez Dios nos haga ver muy pronto… Un tirón de orejas…”. ( Lo cual significa que “nos veremos en el cielo” o “Dios nos hará comprender…”, p. 120). El 22 de octubre se concentra en un legado: “a mis hijos y ahijado especialmente, que no olviden mi mensaje: ´Aunque suceda lo peor, no deben odiar a nadie y devolver la bofetada poniendo la otra mejilla” (p. 125). Y se sigue ocupando de pensar en la familia, en los ingresos, en que si es necesario vendan el auto, en que la hija saque el carnet de conductor y que maneje despacio. Le pide al nuevo director de la fábrica que no deje los proyectos. (¿Se incluían en esto cosas relacionadas con el polo petroquímico de Bahía o el proyecto Cóndor?).




Y fue dejando el diario de su cautiverio, ciertamente incompleto, una obra maestra de un combatiente contra la guerrilla comunista





Diario del cautiverio de Larrabure




“A Dios, que con tu sabiduría omnipotente has determinado este derrotero de calvario, a ti invoco permanentemente para que me des fuerza. A mi muy amada esposa, para que sobrepongas tu abatido espíritu por la fe en Dios. A mis hijos, para que sepan perdonar. Al Ejército argentino, para que fiel a su tradición mantenga enhiesto y orgulloso los colores patrios. Al pueblo argentino, dirigentes y dirigidos, para que la sangre inútilmente derramada los conmueva a la reflexión, para dilucidar y determinar con claridad que somos hombres capaces de modelar nuestro destino, sin amparo de ideas y formas de vida foráneos, totalmente ajenos a la formación del hombre argentino […] Mi palabra es breve […] se trata de perdón y que mi invocación alcance con su perdón a quienes están sumidos en las sombras de ideas exóticas, foráneas, que alientan la destrucción para construir un ´mundo feliz´sobre las ruinas”.




Relata también su rechazo del tercermundismo contra el que escribieron Genta y Sacheri y Caturelli, al defender a las congregaciones religiosas que son las únicas que se ocupan del indio, y relatar la incursión “del ex sacerdote Ferrari” y un grupo que fueron a agitar la zona de Formosa, atacaron la “injusticia burguesa”, repartieron algo y volvieron a sus posiciones burguesas en Rosario. “¿No hubiera sido conveniente cumplir con el milenario refrán ´no les des pescado, enséñales a pescar´? (p. 226). 





Les imputa a los terroristas ser dirigidos desde Europa y sus jefes “no se llaman García, Fernández, Pérez o algún otro patronímico de origen español, itálico, común a nuestra vena”. 


Relata que sólo veía los zapatos, los pies y los ojos de sus guardias encapuchados, y describe minuciosamente el lugar. Imagina que, como el aire que recibe está regulado por sus carceleros, dada su asma puede morir ahogado y pide a Dios “no me castigues muriendo ahogado” (p. 228)



Lo quisieron catequizar y darle literatura marxista y se rehusó. Le ofrecieron colaborar con ellos enseñándoles a armar explosivos y se negó (p. 232). Las meditaciones obligadas de estos días – remacha- “me reencuentran con Dios, en quien deposito mi esperanza, de quien guardo infinita fe y me someto, sumiso, al destino que me dé” (p. 229).


Sufre torturas y acepta la muerte, refiriendo su calvario a Dios. En la guerra de los ´70 dirigida contra la Iglesia se alinea del buen lado y no defecciona del Ejército, ubicado en la vereda católica en la lucha (no en el posterior gobierno). 



Larrabure muere refiriendo todo a Dios, y por la causa justa del lado justo contra el enemigo que odia la fe.


Conclusiones. Los cuatro fueron asesinados (1er. Requisito) y no se pueden albergar dudas razonables de que los cuatro murieron por la fe y por motivos que se ligan a sus funciones y a bienes referidos a la fe (segundo requisito), y que aceptaron la muerte cristianamente encomendándose a Dios. El tercer requisito.


Testimonios. Ahora daremos algunos testimonios sobre la santidad y martirio de estos hombres. Alteraremos el orden, empezando por Sacheri.


Sacheri. Habiendo evidenciado en mi libro una cantidad importantísima de laicos que han considerado a Sacheri mártir, lo mismo que a Genta, pienso que adquiere relevancia especial, pues para hablar así se juegan mucho más, los testimonios episcopales en la materia.



El mismo día de la muerte a Sacheri lo consideran mártir cuatro obispos que lo conocían de primer agua: el suyo propio Obispo de San Isidro, Monseñor Aguirre, que no era del mismo “palo”, el Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y Arzobispo de Paraná, Monseñor Adolfo Servando Tortolo, que repetirá el juicio más meditadamente en otras dos ocasiones y que se identificaba con él, el Arzobispo de Rosario Monseñor Guillermo Bolatti que ibídem, y el fundador y Rector de la Universidad Católica Argentina, Monseñor Octavio Nicolás Derisi, camarada en la tarea universitaria. Me dieron su testimonio en el mismo sentido los discípulos suyos actuales obispos Monseñor Puiggari, Obispo de Mar del Plata y Monseñor Eduardo Taussig, Obispo de San Rafael, Mendoza. El martirio de Sacheri es valor entendido con Monseñor Jorge Lona, quien lo conoció como compañero y me refirió que “nunca le vi un gesto contra la caridad”. No tengo su juicio después de la muerte, pero Monseñor Vicentín, de Corrientes, en vida lo admiraba, le reclutaba auditorios y lo homenajeó al morir. 



Si alguna importancia tienen los fundadores de órdenes religiosas, testimoniaron que es mártir el P. José Luis Torres Pardo, que por lo demás equiparó a Sacheri y Genta, y el P. Carlos Buela. 



En el libro he recogido el elogio que le hiciera Monseñor Zaspe, Arzobispo de Santa Fe, quien consideraba que nos habían matado al único católico presidenciable (le hizo un elogio no en tanto inteligente, ni en tanto técnico de la política, sino en tanto católico... Es que lo mataron por católico, por lo que era y por lo que representaba y por cómo lo representaba, como lo justifico largamente en el libro). O los elogios de Monseñor Aguer y de tantos otros que lo vieron (a Sacheri) un santo, y un santo con la prudencia política, que no todo santo tiene.



Si cuenta en este elenco el teólogo moral Miguel Ángel Fuentes, diré que el 6 de junio de 2008, haciéndome el honor de presentar el libro Sacheri: Predicar y morir por la Argentina concluyó, remitiéndose obviamente al juicio de la Iglesia, y después de analizar detenidamente los requisitos canónicos y rechazar el martirio de curas o laicos marxistas, “que las condiciones para postular la muerte martirial de Carlos Sacheri está sobradamente justificada”. Y en su argumentación se funda sobre todo en el comunicado, con lo que su juicio viene a abarcar también a Genta.


Genta. Sin negar que tantas expresiones episcopales avalando su martirio demostrarían en definitiva, y post mortem, las condiciones políticas de Sacheri …, diré que en favor del martirio de Genta no tengo ningún testimonio episcopal, que habría pero sin embargo no sería prudente revelarlo ahora, pero tenemos mucho más que todos esos testimonios… A favor de que Genta fue mártir tengo el altísimo testimonio del propio Carlos Alberto Sacheri mártir, si de algo sirve, cuando habló poco después de Genta en honor de Cristo Rey..., también con el Padre Torres Pardo, igual que Genta … hablando de Cristo Rey... El reporte de la conferencia de Sacheri en el Colegio Champagnat de ese día 24 de noviembre de 1974 dice que consideró la muerte de Genta un acto de martirio. Y que dijo 



“a Ottalagano, que dijo ´la disyuntiva es o peronismo o cristianismo´, que es una media verdad, lo mataron. Pero la verdad entera es que la disyuntiva es o comunismo o cristianismo. En la Argentina de hoy, al que dice la verdad entera, como la dijo Genta, lo matan”.



Monseñor Tortolo le escribió a Genta: “gracias a Dios Ud. es un vigía y un profeta, hoy que tanto se habla de profetismo” (Edmundo Gelonch Villarino, “Jordán Bruno Genta. Pedagogo…”, Gladius 58, p. 80). No creo que sea un abuso abogadil interpretar que quien en vida lo consideró vigía y profeta al enterarse de su muerte lo haya considerado mártir.



Y además de las menciones anteriores, para este trabajo me he basado en trabajos de Antonio y Mario Caponnetto, de Miguel Di Lorenzo, de Edmundo Gelonch Villarino, defensores certeros del martirio de Don Bruno Jordán.



Amelong. Si algún valor puede tener el testimonio del Párroco de Amelong, el venerado Padre Samuel Martino, (fallecido este año, hice su in memoriam en Gladius) , me dijo de él cosas que refiero en el libro: 


“Lo conocí a fondo. Doy fe de la santidad de ese hombre…” Elogió haberlo visto lagrimear con la mención de la Virgen, dijo que invocaba a Dios en toda su vida. “Formaba con su señora la Acción Católica… Un colaborador total de la Parroquia. Unido a la Parroquia, a la Iglesia… Piadoso. Piadosísimo. Padre de 10 hijos y muy cuidadoso de su formación, cuando llegaron a la edad juvenil se hizo una casa en el Arroyo del Medio, para poder formarlos sin malas influencias, con mucho deporte. Fue pilar, con el doctor Bodoyra, del Instituto San Pablo. ¡Cualquier cosa por la Parroquia ha hecho este Amelong! Llenamos el cupo de profesores de primero y segundo año, al principio del Instituto San Pablo, con los profesores que trabajaban gratis, reclutados por Amelong. Él era profesor. Me acuerdo la última reunión en que estuvo. Nos regaló un torno carísimo para el Instituto. En 1958 empezamos a levantar la iglesia de Fátima, a 12 cuadras de aquí, y él compró los lotes, no sé cuántos lotes con plata de él, y además organizó la cosa y la alentó”.


Y a esto se puede agregar el testimonio de ese laico ejemplar que fue el Coronel Juan Francisco Guevara, que así me lo manifestó.


Larrabure. Y aunque la referencia proviene de quien no entiende bien lo que es el martirio, Germán Ferrari recuerda que los obispos Bonamín, Tortolo y Bolatti aludieron a que Larrabure entra en la categoría (Símbolos y fantasmas, circa p. 85 ).


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