III- Carlos V
Los Reyes Católicos tuvieron una hija que se llamaba Juana. Juana se casó con Felipe el Hermoso, que era nieto del Emperador de Alemania. Felipe el Hermoso quería mucho a su mujer, pero también le gustaban las otras mujeres. Las invitaba a tomar el té y se pasaba muchos días sin volver a su casa. Juana sabía que su marido se portaba mal con ella y terminó por enloquecerse. Por eso le decían Juana la Loca.
El hijo de Felipe y de Juana se llamaba Carlos V y era Rey de España y Emperador de Alemania. Al principio los españoles no querían saber nada con él, porque les parecía feo que los mandara un rey extranjero. En eso tenían un poco de razón, pero Carlos V les demostró enseguida que él era tan español como el más español de todos los españoles. Para ello tuvo que pelar y portarse como un hombre valiente, porque los españoles obedecen a los hombres valiente y desprecian a los cobardes. Cuando Carlos V subió al trono de España, ya España había empezado a conquistar América. Por eso pudo decir: "En mis tierras no se pone el sol", porque cuando era de noche en España y en Alemania era de día en América y cuando era de noche en América era de día en España y Alemania.
Tuvo
que guerrear muchas veces contra otros reyes y los derroto a todos. En una de
esas guerras tomó prisionero al Rey de Francia.
Los franceses han sido siempre enemigos de los españoles, y siempre los están buscando para discutir porque les da rabia que los españoles sean mejores que ellos. A pesar de que Carlos V estaba tan ocupado en Europa, no por eso se olvidaba de América. Apenas lo hicieron Rey de España, llamó a su palacio a los capitanes y les dijo: “Tienen que ir a América a fundar ciudades”. Y llamó a los misioneros y les dijo: “Vayan con mis capitanes y enseñen a los indios la Doctrina Cristiana, ¡mucho cuidado con que no la aprendan enseguida!”. Entonces los capitanes embarcaron junto a los misioneros y vinieron a América y mientras unos fundaban ciudades los otros hablaban a los indios y le decían a uno: “Tú tienes que casarte con esta india a quien quieres” y le decían a otro: “Tú tienes que devolver esto que has robado”, porque los indios no tenían la costumbre de casarse en la iglesia, pero, en cambio, tenían costumbre de robar todo lo que encontraban.
Después de vencer a sus enemigos y de hacer bautizar a los indios, Carlos V pensó que ya estaba un poco viejo para segur reinando. Entonces llamó a los hombres más importantes de España y de Alemania y les dijo que obedecieran a su hijo Felipe y él se fue a un convento de monjes porque se sentía enfermo y quería prepararse para morir. Todos los días asistía a misa desde la ventana de su cuarto y los monjes lo cuidaban mucho y lo trataban como a un rey, a pesar de que él les decía que lo trataran como a un monje cualquiera. Cuando murió, todos se quedaron muy tristes, porque les parecía mentira que pudiera morir un hombre que había sido tan poderoso. Seguramente ahora estará en el cielo, porque nunca fue un demócrata.
Los franceses han sido siempre enemigos de los españoles, y siempre los están buscando para discutir porque les da rabia que los españoles sean mejores que ellos. A pesar de que Carlos V estaba tan ocupado en Europa, no por eso se olvidaba de América. Apenas lo hicieron Rey de España, llamó a su palacio a los capitanes y les dijo: “Tienen que ir a América a fundar ciudades”. Y llamó a los misioneros y les dijo: “Vayan con mis capitanes y enseñen a los indios la Doctrina Cristiana, ¡mucho cuidado con que no la aprendan enseguida!”. Entonces los capitanes embarcaron junto a los misioneros y vinieron a América y mientras unos fundaban ciudades los otros hablaban a los indios y le decían a uno: “Tú tienes que casarte con esta india a quien quieres” y le decían a otro: “Tú tienes que devolver esto que has robado”, porque los indios no tenían la costumbre de casarse en la iglesia, pero, en cambio, tenían costumbre de robar todo lo que encontraban.
Después de vencer a sus enemigos y de hacer bautizar a los indios, Carlos V pensó que ya estaba un poco viejo para segur reinando. Entonces llamó a los hombres más importantes de España y de Alemania y les dijo que obedecieran a su hijo Felipe y él se fue a un convento de monjes porque se sentía enfermo y quería prepararse para morir. Todos los días asistía a misa desde la ventana de su cuarto y los monjes lo cuidaban mucho y lo trataban como a un rey, a pesar de que él les decía que lo trataran como a un monje cualquiera. Cuando murió, todos se quedaron muy tristes, porque les parecía mentira que pudiera morir un hombre que había sido tan poderoso. Seguramente ahora estará en el cielo, porque nunca fue un demócrata.
Ignacio Anzoátegui
"Pequeña Historia Argentina para uso de los niños"
Ediciones Regnum, Asunción - Paraguay 2000, pp. 15-17..
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